Jueves Fiesta Tiempo Navidad

San Esteban Protomártir.

Primera lectura: Hechos 6, 8-10; 7, 54-59

Veo los cielos abiertos
 


Salmo: 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi vida.
 


Evangelio: Mateo 10, 17-22

El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
 


Reflexión:

El martirio de san Esteban nos sitúa con realismo ante el misterio de la Navidad. El nacimiento de Jesús es presentado por san Mateo en un contexto difícil: sobre la cuna ya se alza la cruz. El martirio de san Esteban no ensombrece la Navidad de Jesús, la clarifica y nos advierte que la Navidad no es una evasión, sino una inmersión: la de Dios en la vida, para transformarla. La libera de lecturas infantiles y descubre su verdadera dimensión. La Navidad solo puede celebrarse si, como los pastores, como los Magos, como Esteban, damos testimonio de ella en la vida y con la vida, entregándola al Dios que nos entrega su vida. Esteban deposita ante la cuna el mejor presente: su fe hecha testimonio hasta el martirio y morir perdonado, como Jesús. El martirio de san Esteban muestra el otro rostro de la Navidad.
 


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