Lunes. 1ª Semana Ordinario 3ª de Salterio
San Hilario
Primera lectura: Heb 1,1-6;
En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy; y en otro lugar: Yo seré para él un padre, ¿y él será para mí un hijo? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios.
Salmo: Sal 96,1.2b.6.7c.9;
V/. Adorad a Dios, todos sus ángeles.
R/. Adorad a Dios, todos sus ángeles.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables; justicia y derecho sostienen su trono. R/.
V/. Los cielos pregonan su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. Ante él se postran todos los dioses. R/.
V/. Porque tú eres Señor, Altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. R/.
Evangelio: Mc 1,14-20.
En aquel tiempo, después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación, los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Reflexión:
Jesús es "el hoy de Dios" (Heb 1,1s). El Reino de Dios está cerca: Jesús no solo lo anuncia sino que lo introduce (Lc 16,16). Se trata de una realidad inaugurada, cuya culminación tendrá lugar cuando todas las cosas sean recapituladas en Cristo (Ef 1,10). Su propuesta -Convertíos- supone un giro existencial: cambiar las referencias y las actitudes de la vida, orientándolas hacia el Dios que viene. La conversión es "buena noticia" porque no es solo una llamada al "esfuerzo", diciendo que hemos de convertirnos a Dios, sino porque nos anuncia la "conversión" de Dios a nosotros en su Hijo: convertido al hombre hasta convertirse en hombre. Desde ahí se entiende la conversión cristiana. “Y Creed en el Evangelio”: una llamada a "creer" en su proyecto, a fiarse y a acogerlo sin reticencias.