San Francisco de Asís

San Francisco de Asís

San Francisco de Asís nace el día 5 de julio de 1182 en Asís.

Nació en el seno de una familia acaudalada. Su padre era un rico comerciante de telas acostumbrado a realizar largos viajes de negocios principalmente a ferias de Francia donde exponía sus productos. Quizás por eso apodó a su hijo como "francesco" o "el francesito".

Francisco era un joven divertido. Acostumbrado a una vida llena de lujos, despilfarros y fiesta con sus amigos. Cursó estudios regulares, aprendió latín y como cualquier hijo de potentado de la época buscó el éxito personal y profesional.


En esos años Asís era una ciudad acostumbrada a revueltas y conflictos bélicos. En 1197 consigue la independencia del Sacro Imperio Germánico. 

En 1201 los nobles desterrados de Asís apoyan a Perugia y Asís vive otra contienda bélica, en esta ocasión más cruel si cabe. En noviembre de 1202 Francisco es hecho prisionero y vive un año en cautividad.

Ya en libertad y como el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio Germano Francisco se alista en el ejército papal. Será 1205, en un viaje a Apulia, cuando el santo escucha una voz que le invita a regresar a Asís. Obedece y aquel que fuera un joven divertido se convierte en alguien meditativo y solitario.  

Un buen día sus amigos le ven en estado de total quietud y le preguntan a ver si pensaba casarse. Francisco, responde que sí.... que "Estáis en lo correcto, pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual".   La reflexión y oración le llevó a comprender que su gran dama era "la pobreza".

Desde estos días Francisco vive una profunda transformación. Comienza su dedicación a los leprosos, aquellos a quien tiempo atrás no soportaba mirar. Se despoja de todo valor y se esconde huyendo de su padre para poder determinar su misión de vida. Escucha la voz de la cruz de la Iglesia de San Damián, .... "Francisco, vete y repara mi iglesia, que se está cayendo en ruinas y él obedece y reconstruye la iglesia.  Le creen un loco y le tiran piedras desaprobando su nueva conducta. Su propio padre desaprueba su actitud y lo encierra en un calabozo. Aprovechando una ausencia es su madre quien suelta los grilletes del joven y vuelve a la Iglesia de San Damián.

Nuevamente el padre va a buscarle y encuentra a un Francisco sereno y decidido a afrontar cualquier cosa por su amor a Cristo.

Pedro, su padre, preocupado por el patrimonio perdido con los arreglos hechos por su hijo denuncia a este ante las autoridades civiles. El joven argumenta que ya no pertenece a la autoridad y civil y es requerido ante la autoridad eclesial para devolver el dinero. Francisco se despoja de sus vestimentas ante el tribunal y proclama a Dios como su verdadero Padre. Ante esto, el obispo Guido lo abraza y envuelve en un manto.

Se desconoce el número de iglesias en ruinas que reconstruyó. Se sabe que tenía gran estima por la capilla de Porciúncula donde recibe la revelación definitiva en 1208 al escuchar estas palabras.... "No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos"

Francisco predicaba una gran pobreza y se empleaba en tareas humildes con enfermos y leprosos invitando así a hacerlo a sus compañeros. Al poco tiempo ya tenía 11 discípulos.

En 1209 Francisco viaja a Roma con sus compañeros para ver al papa Inocencio III con el fin de que este aprobara la primera regla de la Orden.

En esos días se vivía un fuerte movimiento anticlerical, así que su nueva Orden vivía en la más absoluta pobreza. Aún así, consiguió nueva audiencia papal y logró la aprobación de su nueva hermandad de pobres.  Seguido de cerca por sus colaboradores a los 6 años consigue fundar junto a Clara de Asís la llamada segunda Orden. 

En 1215 el número de frailes se había incrementado. Viajaban de dos en dos y vivían y compartían con el pueblo estableciéndose en ermitas.

En 1215 el Concilio de Letrán decreta que toda nueva orden debe adoptar la Regla de San Benito o la de San Agustín, si bien esto no afecta a los frailes de Francisco que habían sido aceptados años antes.  En este Concilio el Papa Inocencio III elige la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz.

En 1219 se encontraba embarcado con los soldados cruzados del duque Leopoldo VI de Austria.  Francisco sintió la llamada de Dios para que no se realizara ningún ataque. Los soldados desoyeron su aviso y la batalle fue un fracaso para los cruzados. Algunos soldados se convirtieron a frailes al ver la fe del santo.

Las vocaciones fueron en aumento a la par que el riesgo de acoger en la Orden almas de dudosa espiritualidad. Surge la Tercera Orden que acoge a hombres y mujeres laicos.
 
Redacta una nueva regla ya que en la Orden había grandes opositores que juzgaban como inconsistentes y carentes de definición las normas creadas. El 29 de noviembre de 1223 la regla obtuvo su aprobación definitiva y fue aprobada por el Papa Honorio III.

El 3 de Octubre de 1226 Francisco muere a la edad de 44 años.

El Santo da paso a miles de seguidores que desde la pobreza y la fe viven el evangelio junto a los más necesitados.

San Buenaventura redacta esta crónica:....

Al emigrar de este mundo, el bienaventurado Francisco dejó impresas en su cuerpo las señales de la pasión de Cristo. Se veían en aquellos dichosos miembros unos clavos de su misma carne, fabricados maravillosamente por el poder divino y tan connaturales a ella, que, si se les presionaba por una parte, al momento sobresalían por la otra, como si fueran nervios duros y de una sola pieza.

Apareció también muy visible en su cuerpo la llaga del costado, semejante a la del costado herido del Salvador.
El aspecto de los clavos era negro, parecido al hierro; mas la herida del costado era rojiza y formaba, por la contracción de la carne, una especie de círculo, presentándose a la vista como una rosa bellísima.

El resto de su cuerpo, que antes, tanto por la enfermedad como por su modo natural de ser, era de color moreno, brillaba ahora con una blancura extraordinaria. Los miembros de su cuerpo se mostraban al tacto tan blandos y flexibles, que parecían haber vuelto a ser tiernos como los de la infancia. Tan pronto como se tuvo noticia del tránsito del bienaventurado Padre y se divulgó la fama del milagro de la estigmatización, el pueblo en masa acudió en seguida al lugar para ver con sus propios ojos aquel portento, que disipara toda duda de sus mentes y colmara de gozo sus corazones afectados por el dolor.

Muchos ciudadanos de Asís fueron admitidos para contemplar y besar las sagradas llagas. Uno de ellos llamado Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, como dudase de estas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y audacia los clavos y con sus propias manos tocó las manos, los pies y el costado del Santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos; y resultó que, a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de Cristo, amputaba de su corazón y del corazón de todos la más leve herida de duda. Por lo cual desde entonces se convirtió, entre otros, en un testigo cualificado de esta verdad conocida con tanta certeza, y la confirmó bajo juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados.

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