Miércoles Adviento 2 ª Semana 2ª de Salterio
Santa Eulalia de Mérida, Beato Arsenio de Trigolo (M)
Primera lectura: Is 40,25-31;
«¿Con quién podréis compararme, ¿quién es semejante a mí?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿quién creó todo esto? Es él, que despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre. Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza, ninguno falta a su llamada. ¿Por qué andas diciendo, Jacob, y por qué murmuras, Israel: «Al Señor no le importa mi destino, ¿mi Dios pasa por alto mis derechos»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto. Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan.
Salmo: Sal 102,1bc-2. 3-4 .8 y 10;
R/. Bendice, alma mía, al Señor
V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.
V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/
Evangelio: Mt 11,28-30.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Reflexión:
“Venid a mí”: Jesús es el punto de encuentro y quien marca el sentido de la vida. “Aprended de mí”. Es el Maestro e imparte lecciones vivenciales: revela la verdad de su corazón. Un corazón “manso y humilde”. “Cargad con mi yugo”. Yugo y carga liberadores, no cargas pesadas. Son la revelación de la voluntad de Dios, su amor, con sus inevitables exigencias y consecuencias. Jesús, además, es un punto de descanso, pero no un colchón para cómodos. Invita a hacer experiencia de él y con él. “¿A quién iremos?”, preguntaron los discípulos (Jn 6,68). “Venid a mí”, nos dice Jesús. Tres imperativos -venid, aprended, cargad- que no son coercitivos sino indicativos de la vía de seguimiento. Jesús no ofrece somníferos ni tranquilizantes baratos; ofrece su compañía. Invita a hacer experiencia de él y con él. ¡Y eso basta!