Miércoles Tiempo de Navidad 2ª de Salterio

San Severiano. San Luciano

Primera lectura: 1 Jn 4,7-10;

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. 


Salmo: Sal 71,1-2.34ab.7-8;

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre. Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y violento.

Muchos me miraban como a un milagro, porque tú eres mi fuerte refugio. Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el día.


Evangelio: Mc 6,34-44.

En aquel tiempo, al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer». Él les replicó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces». Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres. 


Reflexión:

Cumplida la misión, los apóstoles regresan. La acogida de Jesús deja entrever su delicadeza para con los misioneros. Mientras, las gentes le buscan sin descanso, como ovejas sin pastor. En este contexto se sitúa la primera “multiplicación” de los panes, que con más precisión debería denominarse “bendición”, y cuya finalidad es presentar a Jesús como el inaugurador de los tiempos definitivos: el nuevo Moisés (maná), buen pastor (Ez 34,11-31), superior a Eliseo (II Re 4, 42-44). El relato, además, se convierte en profecía de la Eucaristía. Junto a este fondo teológico puede destacarse un apunte catequético: los apóstoles se sienten sobrepasados por la situación. ¡Despídelos! “¿Cuántos panes tenéis?”, les pregunta. Ellos creían que eran insuficientes, pero sobraron. Jesús les enseña cómo abordar los problemas: compartiendo.


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