Lunes Fiesta 16º semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

Santa María Magdalena.

Primera lectura: Cantar de los Cantares 3, 1-4b

Encontré al amor de mi alma.
 


Salmo: 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9

R/. De ti tengo sed y por ti desfallezco, Señor, Dios mío.
 


Evangelio: Juan 20, 1. 11-18

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».

 


Reflexión:

La figura de María Magdalena encarna la pasión por Jesús. Lo sigue hasta el sepulcro, y allí se queda sola: la muerte no lo borra de su co razón. No soporta su ausencia. Lo llora porque lo ama. ¡Era un amor sentido! Fue la primera testigo del Resucitado y la que comunicó la noticia a los discípulos. Reconoce a Jesús al sentirse nombrada. María percibe en aquel timbre de voz el tono inconfundible del Maestro. ¡Reconocer a Jesús! De esta figura podemos aprender lecciones importantes: perseverancia, fidelidad, ternura. ¿Nos reconocemos nosotros en la llamada de Jesús y reconocemos a Jesús en su llamada?
Todos somos llamados personalmente; para Dios no hay anónimos.

 


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