Jueves 23º semana Tiempo Ordinario 3ª de salterio

San Leoncio, San Guido, Santo Nombre de María.

Primera lectura: 1 Corintios 8, 1b-7. 11-13

Turbando la conciencia insegura de los hermanos, pecáis contra Cristo.
 


Salmo: 138, 1-3. 13-14ab. 23-24

R/. Señor, guíame por el camino eterno.
 


Evangelio: Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—A ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos y pórtense bien con los que los odian. Bendigan a los que los maldicen y oren por los que los injurian.
Si alguno te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguno quiere quitarte el manto, dale hasta la túnica. A quien te pida, dale, y a quien te quite algo tuyo, no se lo reclames.
Pórtense con los demás como quieren que los demás se porten con ustedes. Porque si solamente aman a los que los aman, ¿cuál es el mérito de ustedes? ¡También los malos se comportan así! Y si solamente se portan bien con quienes se portan bien con ustedes, ¿cuál es el mérito de ustedes? ¡Eso también lo hacen los malos!
Y si solamente prestan a aquellos de quienes esperan recibir algo a cambio, ¿cuál es el mérito de ustedes? ¡También los malos prestan a los malos con la esperanza de recibir de ellos otro tanto!
Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. De este modo tendrán una gran recompensa y serán hijos del Dios Altísimo, que es bondadoso incluso con los desagradecidos y los malos.
Sean compasivos, como también el Padre de ustedes es compasivo.
No juzguen a nadie, y tampoco Dios los juzgará. No condenen a nadie, y tampoco Dios los condenará. Perdonen, y Dios los perdonará.
Den, y Dios les dará: él llenará hasta los bordes y hará que rebose la bolsa de ustedes.

Los medirá con la misma medida con que ustedes midan a los demás.
 


Reflexión:

Un rostro muy concreto del amor es el perdón. El perdón es una realidad muy fuerte y solo de fuertes de espíritu. Perdonar no es solo querer perdonar. Es vencer al mal a fuerza de bien (cf. Rom 12,21), tapando la boca a los ignorantes y necios (1 Pe 2,15). Perdonar es no quedar atrapado, apresado por la ofensa: purifica el corazón y la mente. El perdón no puede banalizarse sentimentalmente, sino que debe ser una energía transformadora que alcance a todas las partes interesadas: al agredido y al agresor. El que perdona ama, -“no lleva cuentas del mal” (1 Cor 13,5)-, y demuestra que ha conocido a Dios; el que no, “no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor” (1 Jn 4,8) y perdón. En definitiva, solo desde una contemplación de Dios el hombre podrá contemplar al hombre. “Sed compasivos, como vuestro padre es compasivo”.
 


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