Martes 20º semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

San Bernardo.

Primera lectura: Ezequiel 28, 1-10

Eres hombre, y no Dios; pusiste tu corazón como el corazón de Dios.
 


Salmo: Deuteronomio 32, 26-27ab. 27cd-28. 30. 35cd-36ab

R/. Yo doy la muerte y la vida.
 


Evangelio: Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Les aseguro que a los ricos les va a ser muy difícil entrar en el reino de los cielos. Lo repito a ustedes: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de los cielos.
Los discípulos se quedaron muy sorprendidos al oír esto, y le preguntaron:
—Pues, en ese caso, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les dijo:
—Para los seres humanos es imposible, pero para Dios todo es posible.
Entonces intervino Pedro y le preguntó:
—Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte; ¿qué recibiremos por ello?
Jesús le respondió:
—Les aseguro que el día de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y todos los que hayan dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por causa de mí, recibirán el ciento por uno de beneficio y la herencia de la vida eterna.
Muchos que ahora son primeros, serán los últimos, y muchos que ahora son últimos, serán los primeros.

 


Reflexión:

La actitud del hombre rico dio lugar a unas reflexiones de Jesús sobre el peligro de las riquezas como un obstáculo real para acoger el Rei no, porque se trata de tesoros incompatibles. Y “donde está tu tesoroallí está tu corazón” (Mt 6,21). La riqueza vuelve a Dios “innecesario”. Es difícil despojarse de la mentalidad de rico, incluso a los pobres. Pedro, en el fondo, seguía a Jesús con mentalidad de rico: “¿qué nos va a tocar?”. Jesús le rectifica: el desprendimiento para seguirle no debe obedecer a una estrategia sino a una pasión por él y será recompensado, pero con la moneda de Dios. Jesús es la mejor inversión. El radicalismo evangélico no empobrece, enriquece. Difícil sí, pero difícil no es igual a imposible. Dios lo puede todo, hasta convertir en pobre el corazón de un rico.
 


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