Viernes 19º semana Tiempo Ordinario 3ª de salterio
San Roque de Montpellier.
Primera lectura: Ezequiel 16, 1-15. 60. 63
Eras perfecta con los atavíos que yo había puesto sobre ti; y te prostituiste.
Salmo: Isaías 12, 2-3. 4bcd. 5-6
R/. Desviaste tu ira y me consolaste.
Evangelio: Mateo 19, 3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos que, para tenderle una trampa, le preguntaron:
—¿Le está permitido al hombre separarse de su mujer por un motivo cualquiera?
Jesús les contestó:
—Ustedes han leído que Dios, cuando creó al género humano, los hizo hombre y mujer y dijo: Por esta razón dejará el hombre a sus padres, se unirá a una mujer y ambos llegarán a ser como una sola persona. De modo que ya no son dos personas, sino una sola. Por tanto, lo que Dios ha unido, no debe separarlo el ser humano.
Ellos le dijeron:
—Entonces, ¿por qué dispuso Moisés que el marido dé a la mujer un acta de divorcio cuando vaya a separarse de ella?
Jesús les contestó:
—A causa de que ustedes son incapaces de entender los planes de Dios, Moisés consintió en que se separasen de sus esposas; pero al principio no era así. Y yo les digo esto: el que se separe de su mujer (a no ser en caso de inmoralidad sexual) y se case con otra, comete adulterio.
Los discípulos dijeron a Jesús:
—Pues si esa es la situación del hombre respecto de la mujer, más vale no casarse.
Jesús les contestó:
—No todos pueden comprender lo que digo, sino solo aquellos a quienes Dios les da la comprensión necesaria.
Hay algunos que nacen incapacitados para el matrimonio; a otros los incapacitan los demás convirtiéndolos en eunucos, y otros renuncian al matrimonio a fin de estar más disponibles para el servicio del reino de los cielos. El que pueda aceptar eso, que lo acepte.
Reflexión:
La tentación del hombre es estropear los proyectos originales de Dios. Así ocurrió con el matrimonio. Los proyectos de Dios son de comu nión y fidelidad; los del hombre se asientan en el egoísmo. El ideal nodebe perderse; la fragilidad es comprensible pero no teorizable. Jesús habla de dureza de corazón como explicación a tantas irresponsabilidades de los hombres. El matrimonio no es solo unión, sino comunión. La ruptura (que en aquel tiempo suponía dejar a la mujer a la intemperie social) no puede ser por cualquier motivo. Ha de estar “motivada” seriamente y resuelta siempre con misericordia y justicia. Las nuevas situaciones demandan nuevas respuestas. “A vino nuevo, odres nuevos”. En tiempo de crisis de valores hay que recordar los orígenes. Y el origen del matrimonio es un amor indivisible.