Jueves 18º semana Tiempo Ordinario 2ª de salterio
Santo Domingo de Guzmán.
Primera lectura: Jeremías 31, 31-34
Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados.
Salmo: 50, 12-13. 14-15. 18-19
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Evangelio: Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:
—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
—Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún otro profeta.
Jesús les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
Entonces Simón Pedro declaró:
—¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!
Jesús le contestó:
—¡Feliz tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún mortal te ha revelado esto, sino mi Padre que está en los cielos!
Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi Iglesia, y el poder del abismo no la vencerá.
Yo te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
Entonces Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
A partir de aquel momento, Jesús empezó a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén, y que los ancianos del pueblo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley le harían sufrir mucho, y luego lo matarían, pero que al tercer día resucitaría.
Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo, diciendo:
—¡Que nada de eso te pase, Señor!
Pero Jesús, volviéndose a él, le dijo:
—¡Apártate de mí, Satanás! Tú eres una piedra de tropiezo para mí, porque no piensas como piensa Dios, sino como piensa la gente.
Reflexión:
Quién decís que soy yo? es, en primer lugar, la invitación a descubrir personalmente a Jesús y a descubrirnos personalmente ante él. Y puesto que ese conocimiento y reconocimiento es revelación del Padre (Mt 16,17), no es esfuerzo sino gracia, tal pregunta nos llevará al mundo de la oración. Pero hay algo más. No es solo pregunta por la identidad de Jesús sino por su significativa para la vida. ¿Qué densidad, qué contenido, qué tono aporta ese conocimiento? Pues no basta con saber quién es Jesús, es preciso verificar qué significa existencialmente (Lc 6,46; Mt 7,21). Es la resonancia personal-contemplativa. Pero hay otra resonancia en la pregunta: ¿Quién decís que soy yo a los otros? Es la interpelación testimonial-apostólica. Ambas resonancias, la personal y la testimonial, deben ser escuchadas y respondidas. ¿Quién decís que soy yo? Una pregunta que no solo define a Jesús sino a sus discípulos.