Viernes 18º semana Tiempo Ordinario 2ª de salterio

Santos Justo, Pastor, Santa Benedicta e La Cruz, San Román Mártir.

Primera lectura: Os 2, 16b. 17 de. 21-22

Me desposaré contigo para siempre.
 


Salmo: 44

Escucha, hija, mira: inclina el oído.
 


Evangelio: Mateo 25, 1-13

Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entrósueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
 


Reflexión:

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, patrona de Europa, presenta un itinerario espiritual similar al de Pablo de Tarso en su proceso de “conversión”: de la Ley a Cristo. Judía de origen y de religión, pensadora profunda, como Pablo sintió la seducción por Cristo y crucificado, cambiando su saber “filosófico” por una profunda “cristología”, que, a partir de entonces fue su sabiduría, la sabiduría de la Cruz. Asumió e hizo proyecto de su vida las afirmaciones paulinas: “Todo lo considero pérdida comparado con el conocimiento de Cristo Jesús” (Flp 3,8), “para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia” (Flp 1,21). Ingresada en el Carmelo murió mártir en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia. Con su vida y su muerte perfumó los pies de Cristo, pasando a formar parte de sus seguidores.
 


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