Miércoles 18º semana Tiempo Ordinario 2ª de salterio

San Sixto, San Cayetano.

Primera lectura: Jeremías 31, 1-7

Con amor eterno te amé.
 


Salmo: Jr 31, 10. 11-12ab. 13

R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
 


Evangelio: Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se dirigió a la comarca de Tiro y Sidón.
En esto, una mujer cananea que vivía por aquellos lugares vino a su encuentro gritando:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente.
Como Jesús no le contestaba ni una palabra, los discípulos se acercaron a él y le rogaron:
—Atiéndela, porque no hace más que gritar detrás de nosotros.
Jesús entonces dijo:
—Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Pero la mujer, poniéndose de rodillas delante de Jesús, le suplicó:
—¡Señor, ayúdame!
Él le contestó:
—No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros.
Ella dijo:
—Es cierto, Señor; pero también los cachorrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Entonces Jesús le respondió:
—¡Grande es tu fe, mujer! ¡Que se haga lo que deseas!
Y su hija quedó curada en aquel mismo instante.

 


Reflexión:

Jesús prueba la fe, porque la fe debe ser probada. Desde el principio él oyó a aquella mujer, pero quería algo más. Aquella pagana se dirige a Jesús con títulos mesiánicos: Hijo de David, Señor. Mientras los discípulos no quieren oírla (piden a Jesús que intervenga para quedar tranquilos), Jesús quiere enseñarles que escuchar no es despachar sin más, sino ayudar a profundizar las actitudes. Aquella mujer acepta la respuesta de Jesús, pero su fe en él, motivada por el amor maternal, la hace audaz y la lleva a donde él quería llevarla: a la pura fe. La mujer cananea pide a Jesús tener acceso a las migajas que caen de su mesa. Nosotros, invitados a su mesa cada día, ¿qué uso hacemos de esa invitación? Jesús queda sorprendido por la fe, la buena fe, de esta mujer pagana. ¿Qué es creer?
 


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