Lunes Ordinario 11ª Semana 1ª de Salterio

Santa Justina, San Juan Francisco de Regis, Sagrado Corazón de Jesús, Beatos Aniceto Koplin y IV compañeros mártires (M)

Primera lectura: 2 Cor 6,1-10;

la gracia de Dios. Pues dice: «En el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé». Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación. Nunca damos a nadie motivo de escándalo, para no poner en ridículo nuestro ministerio; antes bien, nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo.


Salmo: Sal 97,1bcde. 3-3ab. 3cd-4;

Cantad al Señor un cántico nuevo,

porque ha hecho maravillas.

Su diestra le ha dado la victoria,

su santo brazo. 

 

Se acordó de su misericordia y su fidelidad

en favor de la casa de Israel.

 

Los confines de la tierra han contemplado

la salvación de nuestro Dios.

Aclama al Señor, tierra entera;

gritad, vitoread, tocad. 


Evangelio: Mt 5,38-42.

Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. 


Reflexión:

Recogida en Éx 21,24, la expresión “ojo por ojo” estaba destinada a controlar la respuesta a una agresión, que debería ser paritaria. Pero Jesús va más allá, con una propuesta más radical. Hay que desactivar la violencia: hay que vencer al mal no con más mal sino con el bien (cf. Rom 12,21). Su vida fue un testimonio radical de esta convicción; para ello hay que tender la mano al que se acerca con ella tendida a nosotros esperando “algo”, y ofrecerla a quien no la pida. La propuesta es escandalosa, pero es el principio del cambio de un sistema asentado en la represión y el interés egoísta.  Es necesario el don de fortaleza para abordar la vida con este espíritu pacífico y pacificador. Solo el amor y el perdón desactivan la sinrazón de la violencia.


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