Martes Ordinario 25ª Semana 3ª de Salterio
San Pío de Pietrelcina (M), San Lino, Santa Tecla.
Primera lectura: Prov 21,1-6. 10-13;
El corazón del rey es una acequia que el Señor canaliza adonde quiere. El hombre juzga recto su camino, pero el Señor pesa los corazones. Practicar el derecho y la justicia el Señor lo prefiere a los sacrificios. Ojos altivos, corazón ambicioso; faro de los malvados es el pecado. Los planes del diligente traen ganancia; los del hombre atolondrado, indigencia. Tesoros ganados con boca embustera, humo que se disipa y trampa mortal.
El malvado se afana en el mal, nunca se apiada del prójimo. Castigas al cínico y aprende el inexperto, pero el sabio aprende oyendo la lección. El honrado observa la casa del malvado y ve cómo se hunde en la desgracia. Quien cierra los oídos al clamor del pobre no será escuchado cuando grite.
Salmo: Sal 118,1. 27. 30. 34.35. 44;
R/. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor. R/.
Instrúyeme en el camino de tus mandatos, y meditaré tus maravillas. R/.
Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. R/.
Enséñame a cumplir tu ley y a guardarla de todo corazón. R/.
Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. R/.
Cumpliré sin cesar tu ley, por siempre jamás. R/.
Evangelio: Lc 8,19-21.
Vinieron a él su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte». Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Reflexión:
No es una crítica a toda su familia, pues nadie escuchó y encarnó la palabra de Dios como María, sino una clarificación para todo aquel que quiera pertenecer a ella. La Iglesia, familia de Jesús, se construye desde esa escucha. La palabra de Dios es la piedra angular y el criterio de discernimiento para verificar su identidad. Llamados a ser “familia” de Jesús, y no solo “seguidores” suyos, hemos de acoger este mensaje. Una escucha que supone su lectura, su conocimiento, pero algo más. Alcanzada la “objetividad” del texto hay que llegar a la “subjetividad” del mismo, hay que alcanzar el encuentro personal. La palabra de Dios ha de entrar en la casa del corazón para habitar en él, iluminarlo y desde ahí cambiarlo y sanarlo. Jesús nos dice que otra familia es posible y, además, necesaria.