Miércoles Pascua 5ª Semana 1ª de Salterio
San Cristóbal Magallanes, San Eugenio de Macenod
Primera lectura: Hch 15,1-6;
En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse.
Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. La Iglesia los proveyó para el viaje; atravesaron Fenicia y Samaria, contando a los hermanos cómo se convertían los
gentiles y alegrándolos mucho con la noticia. Al llegar a Jerusalén, la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros los recibieron muy bien; ellos contaron lo que Dios habla hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, intervinieron,diciendo:
—«Hay que circuncidarlos y exigirles que guarden la ley de Moisés.»
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.
Salmo: Sal 121,1bc-2. 3-4b. 4c-5;
R/. Vamos alegres a la casa del Señor (o bien: Aleluya).
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Evangelio: Jn 15,1-8.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,
y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Reflexión:
En la hª de Israel había habido ya otra viña, que no dio los frutos esperados. Jesús se presenta como la Vid “verdadera”, la que da frutos. Una vid cultivada por el Padre. Pero no termina todo en una autodefinición. “Vosotros sois los sarmientos”. Una vid sin sarmientos es inútil: Cristo nos necesita, y nosotros necesitamos a Cristo, porque unos sarmientos sin vid son leña muerta. El Padre poda los sarmientos fecundos para que den más fruto. También nosotros debemos dejarnos podar por Dios. Y ¿en qué consiste esa poda? En aceptar las exigencias de su palabra. ¿Y cuál es el fruto? La caridad, que tiene muchos rostros: paciente, comprensiva… (1 Cor 13,4-8). La caridad no es sino el amor de Dios traducido en amor a Dios y al prójimo. Se trata de permanencia y pertenencia a Cristo.