Sábado Ordinario 24ª Semana 2ª de Salterio

San Andrés Kim Teagon, San Pablo Chong.

Primera lectura: 1 Tim 6,13-16;

Querido hermano: Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan noble profesión de fe ante Poncio Pilato, te ordeno que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que, en el tiempo apropiado, mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor y poder eterno. Amén


Salmo: Sal 99,1-2. 3 .4. 5;

R/. Entren en la Presencia del Señor con vítores.

Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría, entren en su Presencia con vítores. R/.

Sepan que el Señor es Dios: que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

Entren por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su Nombre. R/.

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/.


Evangelio: Lc 8,4-15.

Habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo en parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena, y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa parábola. Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es este: la semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro. Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.


Reflexión:

Jesús sabe que su “siembra” no tendrá un éxito inmediato. Entre sus “seguidores” habrá de todo, pero apuesta por el futuro y cree en él: Dios no discrimina, y él es su sembrador universal. La explicación posterior de la parábola es una relectura eclesial y una aclaración al porqué de la no inteligencia de los de fuera. Jesús no hablaba en parábolas para que no le entendieran, sino para que le entendieran. Por eso advierte “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Se requieren “oídos”, porque frecuentemente filtramos y distorsionamos la palabra de Dios desde escuchas  rutinarias e interesadas. La voz de Dios es polifónica. Dios nos habla no solo por la Biblia; también es palabra suya la vida, los hermanos. Y Jesús nos invita a posicionarnos responsablemente ante la palabra de Dios en su rica polifonía.


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