Sábado Ordinario 23ª Semana 1ª de Salterio
San Juan Crisostomo.
Primera lectura: 1 Tim 1,15-17;
Querido hermano: es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuera el primero en el que Cristo Jesús mostrara toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en Él y tener vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén
Salmo: Sal 112,1b-2. 3-4. 5a y 6-7;
R/. Bendito sea el Nombre del Señor por siempre.
Alaben, siervos del Señor, alaben el Nombre del Señor. Bendito sea el Nombre del Señor, ahora y por siempre. R/.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el Nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. R/.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre. R/.
Evangelio: Lc 6,43-49
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, ¿y no hacéis lo que digo? Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».
Reflexión:
Hay que cuidar la raíz, porque ahí reside la calidad de los frutos. Y Jesús la sitúa en el corazón. ¡Hay que cuidar el corazón! Porque esa es la fragua y el hogar de la vida. “Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mt 15,19). Y en la construcción de la vida hay que ser coherentes y preferir la solidez a la aparatosidad; la verdad a la apariencia. Como buen arquitecto, Jesús ofrece lecciones de arquitectura espiritual. ¿Sobre qué edificamos? Los tiempos de la construcción sólida, como los del crecimiento, son lentos. Además, Jesús recuerda a sus discípulos que no basta con escuchar sus palabras: éstas tienen que pasar al corazón y salir del corazón traducidas en vida, en obras. Los frutos cualifican al árbol.