Domingo Ordinario 22ª Semana 4ª de Salterio

San Ramón Nonato

Primera lectura: Eco 3,19-21. 30-31;

Muchos son los altivos e ilustres, pero él revela sus secretos a los mansos. Porque grande es el poder del Señor y es glorificado por los humildes. No pretendas lo que te sobrepasa, ni investigues lo que te excede.

El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna perdona los pecados. Quien responde con favores será recordado más tarde, y cuando llegue la caída encontrará un apoyo.


Salmo: Sal 67,4-5ac. 6-7ab. 10-11;


R/. En tu bondad, Señor, preparaste un hogar para los pobres.

Los justos se alegran, gozan en la Presencia de Dios, rebosando de alegría. Canten a Dios: su Nombre es el Señor. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres. R/.


Segunda lectura: Heb 12,18-19. 22-24a;

No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando. Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús


Evangelio: Lc 14,1. 7-14.

Un sábado, entró él en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.  Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.  Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido». Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos». 


Reflexión:

La escena presenta a Jesús como “Maestro” de sabiduría, invitando a rechazar la vanidad y la prepotencia, asumiendo la humildad como estrategia de comportamiento. Pero reducir a esto el mensaje, siendo importante, sería muy poco. Jesús no está diseñando solo una táctica para “ascender” a los puestos de honor; está describiendo el comportamiento de Dios, de descendimiento, encarnado de manera singular en Jesús. Él ha venido y se ha puesto el último de la fila (Flp 2,6ss), y ha invitado a su banquete a los “cansados y agobiados…” (Mt 11,28) y perdidos “por los caminos” (Mt 22,9). Él se ha hecho “humilde de corazón” (Mt 11,29). Y desde ahí puede decir: “Aprended de mí” (Mt 11,29), “os he dado ejemplo” (Jn 13,15). El Evangelio no ha pasado; quizá aún no hayamos llegado a él. Y, sin embargo, es nuestra meta.


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