Palabra del día

Primera lectura: Ezequiel 47, 1-9. 12

Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente.

Salmo: 45, 2-3. 5-6. 8-9

R/. El Señor del universo está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestro baluarte.

Evangelio: Juan 5, 1-3a. 5-16

En aquel tiempo, Jesús subió a Jerusalén con motivo de una fiesta judía. Hay en Jerusalén, cerca de la puerta llamada de las Ovejas, un estanque conocido con el nombre hebreo de Betzata, que tiene cinco soportales. En estos soportales había una multitud de enfermos recostados en el suelo: ciegos, cojos y paralíticos. Había entre ellos un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años. Jesús, al verlo allí tendido y sabiendo que llevaba tanto tiempo, le preguntó:

—¿Quieres curarte?

El enfermo le contestó:

—Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque una vez que el agua ha sido agitada. Cuando llego, ya otro se me ha adelantado.

Entonces Jesús le ordenó:

—Levántate, recoge tu camilla y vete.

En aquel mismo instante, el enfermo quedó curado, recogió su camilla y comenzó a andar. Pero aquel día era Sábado. Así que los judíos dijeron al que había sido curado:

—Hoy es Sábado y está prohibido que cargues con tu camilla.

Él respondió:

—El que me curó me dijo que recogiera mi camilla y me fuera.

Ellos le preguntaron:

—¿Quién es ese hombre que te dijo que recogieras tu camilla y te fueras?

Pero el que había sido curado no lo sabía, pues Jesús había desaparecido entre la muchedumbre allí reunida.

Poco después, Jesús se encontró con él en el Templo y le dijo:

—Ya ves que has sido curado; no vuelvas a pecar para que no te suceda algo peor.

Se marchó aquel hombre e hizo saber a los judíos que era Jesús quien lo había curado. Y como Jesús no se privaba de hacer tales cosas en Sábado, los judíos no dejaban de perseguirlo.

Reflexión:

La escena tiene lugar junto a piscina de Betesda. Muchos enfermos se agolpaban allí, esperando el prodigio. Entre ellos un paralítico, treinta años postrado. “¿Quieres quedar sano?”. El enfermo parece tener miedo a responder o a no haber captado el sentido de la pregunta. Aduce razones: “No tengo a nadie”. Para esos vino Jesús, para los que no tienen a nadie y para decirles que tienen a Alguien, a Él. “Levántate…”. Era Sábado. Y quienes no se preocupaban de ayudar, sí se preocupaban de las observancias rituales. En vez de celebrar la curación del paralítico, le reprochan que lleve la camilla. ¡Qué pena! Jesús es dador de vida y señor del Sábado. El posterior encuentro con Jesús es clarificador: “¡No peques más, no te suceda algo peor!”. Y es que hay postraciones y parálisis peores, las del pecado. Pero también para esas ha venido Jesús. ¿Queremos ser curados? ¿Somos conscientes de nuestra “postración”?