Miércoles 1ª semana Tiempo Ordinario 1ª semana del salterio

San Nicador

Primera lectura: 1 Samuel 3, 1-10. 19.20

Habla, Señor, que tu siervo escucha.
 


Salmo: 39, 2 y 5. 7-8a. 8b-9. 10

R/. Aquí vengo, Señor, para hacer tu voluntad.
 


Evangelio: Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón y Andrés, acompañado también por Santiago y Juan. Le dijeron que la suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Él entonces se acercó, la tomó de la mano e hizo que se levantara. Al instante le desapareció la fiebre y se puso a atenderlos.
Al anochecer, cuando ya el sol se había puesto, le llevaron todos los enfermos y poseídos por demonios. Toda la gente de la ciudad se apiñaba a la puerta, y Jesús curó a muchos que padecían diversas enfermedades y expulsó muchos demonios; pero a los demonios no les permitía que hablaran de él, porque lo conocían.
De madrugada, antes de amanecer, Jesús se levantó y, saliendo de la ciudad, se dirigió a un lugar apartado a orar. Simón y los que estaban con él fueron en su busca y, cuando lo encontraron, le dijeron:
—Todos están buscándote.
Jesús les contestó:
—Vayamos a otra parte, a las aldeas cercanas, para proclamar también allí el mensaje, pues para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea proclamando el mensaje en las sinagogas y expulsando demonios.

 


Reflexión:

La tarea evangelizadora no aparta a Jesús del cuidado de las cosas pequeñas. Advertido de la situación de la suegra de Pedro, le dedica su tiempo y su atención. Tres aspectos pueden destacarse en este fragmento evangélico: a) La cercanía real de Jesús a los que sufren (no al sufrimiento teóricamente formulado); b) la prioridad de la oración: sabe encontrar espacios para orar. En él había una dimensión que solo el Padre podía colmar. Una evangelización sin oración es hechura de manos humanas; c) la gratuidad: Jesús hace el bien sin rentabilizarlo en beneficio propio. Él ha venido a sembrar no a recoger; ha venido a sembrarse, porque es sembrador y semilla.
 


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