Sábado Cuaresma 2ª de Salterio
San Juan de Dios
Primera lectura: Is 58,9b-14;
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía. El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos. Serás un huerto bien regado, | un manantial de aguas que no engañan. Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán «reparador de brechas», «restaurador de senderos», | para hacer habitable el país. Si detienes tus pasos el sábado, | para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado «mi delicia» y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor. Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre. Ha hablado la boca del Señor.
Salmo: Sal 85,1b-2. 3-4. 5-6;
R. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. R.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R/.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R.
Evangelio: Lc 5,27-32.
Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?». Jesús les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».
Salmo:
La llamada de Jesús no conoce fronteras. En su sementera ningún terreno está inicialmente excluido. En este caso, llama a un estigmatizado social y religioso para un judío, a un publicano. ¡Estos son sus caladeros, donde los hombres “buenos” creen que no hay nada que “pescar”! Y Leví lo celebra. Acostumbrado a ser mirado despectivamente como “recaudador”, quizá esperaba que alguien le expresara un gesto de confianza, y Jesús le desarmó. En aquel “sígueme” Leví descubrió un mundo nuevo. Pero había otros que no entendieron ese gesto. Eran los representantes del sistema religioso. Mientras que Jesús llama a los pecadores, el “sistema” parece necesitarlos para confrontarse con ellos: “No soy como ese publicano…” (Lc 18,11). Jesús celebra que haya “justos”, pero prioriza la búsqueda de los pecadores, porque para Dios no hay más que hijos.