En el mes de junio recordamos a San Antonio de Padua. Nos acercamos a Cogollos Vega (Granada), ciudad de gran devoción y que el próximo año 2023 celebrará el tercer centenario (1723-2023) de la proclamación de san Antonio como patrón de la ciudad.
Manuel García Hernández (Granada, 1950) es sacerdote de la Diócesis de Granada. Se ordenó en el año 1991, y desde el año 1999 es párroco de dos pueblos granadinos: Cogollos Vega y Nívar. Anteriormente, en el año 1972, se licenció en Geología por la Universidad de Granada, de la que fue Profesor Titular en la especialidad de Estratigrafía y Paleontología hasta el año 2011. Aparte de atender las parroquias, dedica en la actualidad gran parte de su tiempo a la integración Psicología-Espiritualidad, impartiendo conferencias y talleres sobre esta materia y acompañando procesos personales. Es autor de varios libros sobre estos temas; el último de ellos, aparecido recientemente, trata sobre la actualidad de la “noche oscura” de san Juan de la Cruz y su importancia en la tradición mística cristiana.
Manuel. Has escrito un libro: "Una vida y un patronazgo". ¿Por qué este libro?
El origen de este libro tiene que ver con el documento de proclamación de san Antonio de Padua como patrón de Cogollos Vega, conservado en el Archivo parroquial de esta localidad y fechado en 1723 (el próximo 2023 celebraremos, por tanto, el tercer centenario). Se trata de un documento de gran interés, no solo desde el punto de vista religioso, sino histórico y cultural. Merecía la pena publicarlo, transcrito al castellano actual, y aprovechar la ocasión para dar a conocer de san Antonio su biografía, espiritualidad, símbolos y su representación en el arte granadino. De manera muy sencilla, se abordan los temas señalados sobre la persona del santo en la Primera parte del libro, exponiéndose el documento de proclamación en la Segunda parte.
La imagen del patrón de Cogollos Vega es una cuidada talla en madera policromada, de estilo barroco granadino, fechada en 1723. De tamaño algo inferior a la estatura normal, muestra al santo portando en su mano izquierda el libro de los evangelios y el Niño Jesús sentado sobre el libro; en la mano derecha el santo sostiene una azucena. El documento de proclamación antes mencionado señala por dos veces que su autor fue Salvador de Ledesma, escultor granadino del siglo XVIII, poco conocido, discípulo de Diego de Mora. El maestro de Ledesma, Diego, pertenecía a una familia de imagineros (los Mora) que dejaron, sobre todo en Granada y provincia, una gran producción escultórica de valiosa calidad artística.
¿Qué nos puedes contar sobre esta imagen?
El icono (imagen), preferentemente material (pintura, escultura), debería ser siempre un símbolo, porque partiendo de algo sensible nos remite a una realidad que va más allá de los sentidos, de naturaleza invisible y trascendente.
La iconografía o representación de imágenes, en nuestro caso de santos, suele venir acompañada de unos símbolos específicos de cada santo que lo caracterizan. En el caso de san Antonio, los símbolos que lo identifican son de una gran riqueza. El principal y más antiguo en la iconografía antoniana es el libro de las Sagradas Escrituras, porque hizo de su existencia una identificación con el Evangelio. San Antonio fue llamado en vida “Arca del Testamento”, y cuando fue proclamado doctor de la Iglesia en 1946, por el papa Pío XII, se le asignó el calificativo de “evangélico”. El segundo símbolo de san Antonio es el Niño Jesús; a mi parecer, no se trata de una aparición externa, que viene del cielo, como tradicionalmente se ha interpretado. Estoy convencido que es algo interior, de tipo místico, que brota de encarnar la Palabra de Dios, pues san Antonio se hizo como niño para entrar en el Reino de Dios, viviendo el Evangelio. De hecho, en muchas iconografías de cuadros famosos, el Niño se gesta en el libro, y, por tanto, se muestra vinculado en su origen con las Sagradas Escritura. El tercer símbolo es la azucena, que en la tradición católica acompaña a los que han sido ejemplo de castidad perfecta; creo que esta flor tan simbólica tiene un alcance aún mayor: representa también a los limpios de corazón, a los que Jesús llamó bienaventurados “porque verán a Dios” (Mt 5,8)
Has realizado una pintura de san Antonio. ¿Puedes detallarnos algo de la obra?
Es un cuadro de aficionado, ya que no he recibido nunca clases de pintura. Se conserva en la iglesia parroquial de Cogollos, y está inspirado (casi copiado) de un espléndido lienzo de Ribera que se encuentra en la catedral de Granada, fotografiado en el libro antes mencionado. El tema es muy original y casi nunca representado, pues muestra la desaparición del Niño Jesús al que el santo quiere seguir después del encuentro.
Creo que quiere expresar la misma experiencia que nos narra el evangelio de san Juan, cuando María Magdalena se apresura a atrapar a Jesús resucitado (Jn 20,11-18). En ambos casos, se trataría del final de una experiencia mística, que siempre es muy difícil de expresar, y que el lenguaje o el arte solo pueden aproximarse a ella de forma muy limitada, por ser una experiencia inefable.
¿Qué destacarías de la figura de este Santo universal?
Estamos iniciando hoy una nueva etapa en la evolución de la consciencia humana, caracterizada por la apertura a la espiritualidad. Todavía es poco perceptible, pero es un hecho ya constatado. En este sentido, se está recuperando lo más valioso de muchos santos y santas, especialmente de los que nos muestran más decididamente el camino hacia la unión con Dios; es decir, los místicos. San Antonio, quizás el santo más popular de toda la hagiografía cristiana, tiene mucho que decir al hombre de hoy. Destacaría tres dimensiones de su talante evangélico que tienen una actualidad universal.
- La primera es su experiencia de Dios; la investigación reciente está de acuerdo en que experimentó las oscuridades y desconciertos que ocurren en la persona en el camino espiritual, influyendo en San Juan de la Cruz y su “noche oscura”.
- La segunda es su dimensión profética, pues denunció duramente la avaricia de los ricos y el clamor de los pobres.
- La tercera, su valiente testimonio en purificar la Iglesia, señalando enérgicamente las desviaciones de los clérigos que se valían de su ministerio en provecho propio para enriquecerse.
Cuéntanos algún aspecto relativo a la devoción de Cogollos de Vega hacia san Antonio.
La devoción de Cogollos Vega hacia su patrón ha estado siempre muy arraigada desde que fue proclamado patrón en 1723, hasta el punto de constituir una de las mayores señas de identidad de este pueblo. En la actualidad lo sigue siendo, aunque más aminorada, pues el espíritu religioso está menos presente hoy en la familia y en la sociedad. Se trata de una devoción muy a tono con los cánones de la “religiosidad popular”; una devoción muy vinculada a la imagen del patrón y a los cultos religiosos, especialmente manifestada en la procesión, que tiene lugar el 13 de junio, festividad del santo, y a la que acude prácticamente todo el pueblo. Sin embargo, es necesario seguir actualizando dicha devoción, de acuerdo con los signos de los tiempos, y que las gentes de Cogollos vayan conociendo mejor los escritos y el talante evangélico del “doctor evangélico”, cuyo ejemplo de vida cristiana sigue siendo un valioso testimonio en la actualidad.