Carlos Ciriza, escultor y pintor navarro de proyección internacional, celebra 40 años de trayectoria artística con una mezcla de aradecimiento y reflexión. Su obra, reconocida mundialmente, se caracteriza por el uso innovador del acero cortén y técnicas de oxidación, destacándo algunos proyectos monumentales, como por ejemplo los realizados en Taiwán, México, Estados Unidos y España. Ciriza ha logrado consolidar un estilo único, marcado por la carga simbólica y un lenguaje plástico propio.
En esta entrevista, Ciriza reflexiona sobre cómo un accidente doméstico en 2023 marcó un punto de inflexión en su vida y su arte, llevándolo a valorar aún más los pequeños momentos, su familia como principal apoyo y la conexión del arte con las emociones humanas. Asimismo, comparte sus esfuerzos por trabajar de manera sostenible y su compromiso con la sensibilidad ambiental.
Uno de los proyectos más ilusionantes para el escultor es el Museum Oteiza-Ciriza, actualmente en construcción en Estella, Navarra, de la mano de los Hermanos Capuchinos. Este espacio, que llevará el nombre de Carlos Ciriza y Antonio Oteiza —también escultor y hermano menor de Jorge Oteiza—, albergará el legado artístico de ambos creadores. En sus diferentes salas podremos ver, además, obra de otros autores de reconocido perfil, convirtiendo el lugar en un referente cultural. La apertura del museo, prevista para finales de 2025, es ahora una de las prioridades de Ciriza, quien dedica a este proyecto todos sus esfuerzos.
Con sencillez y pasión, Carlos Ciriza nos invita a conocer su visión del arte como un medio esencial para conectar con el interior de las personas, fomentar la sensibilidad y expresar emociones universales a través de formas, volúmenes y colores.
Ciriza, comienza, "En un segundo, se detuvo el tiempo y todos mis proyectos artísticos pasaron a un segundo plano", cuenta el pintor y escultor estellés Carlos Ciriza Vega (1964), uno de los artistas navarros contemporáneos más internacionales, que sufrió un grave accidente doméstico en noviembre de 2023, poco antes de iniciar las conmemoraciones del 40 aniversario de su trayectoria artística. Este 2025, casi totalmente recuperado, hace balance de su vida y su obra. Su caída desde varios metros de altura, en la que pudo haber perdido la vida, le sirvió de "tiempo de reflexión". "Ahora lo celebro todo", admite, mientras hace esta entrevista en el interior de su estudio pamplonés.
Ante todo, ¿Cómo se encuentra?
Me ha costado, pero ahora estoy muy bien, aunque todavía tengo media cara sin sensibilidad. Estoy agradecido por todo: mi familia, mis amigos... En un segundo, te cambia la vida. Me siento privilegiado por lo que me ha pasado y también por vivir en esta zona del mundo.
¿Qué le ocurrió exactamente?
Estaba cortando el seto del jardín en mi casa y, andaba subido a una escalera a varios metros de altura con la motosierra. El peso me venció y caí hacia atrás, hasta el suelo. Por suerte estaba mi hija Beatriz conmigo, que me socorrió inmediatamente y me giró la cabeza para que pudiera respirar. Después, mi hijo José Miguel salió corriendo al pueblo para llamar a un médico, que me atendió hasta que llegó el 112. Para lo que pudo haber sido, me rompí la cara y doce costillas... así que lo considero casi un milagro y a mis hijos dos ángeles...
¿Cuánto tiempo pasó ingresado?
Entre UCI y hospital, unas cuatro semanas que se me hicieron eternas, pero que guardo con mucho cariño por la buena atención de todo el personal sanitario.
Cuando tuvo el accidente, acababa de volver de Taiwán...
Vine con varios proyectos importantes en diferentes ciudades de Taiwán, Taipéi, Kaoshsiung, Taiwán. La realización de un conjunto escultórico para el campus de la Universidad Nacional de Taiwán, la organización de una exposición en un gran museo, una escultura para el parque de la antigua fábrica de trenes, otra para el Leung Center for Cosmology Astrophysics, otro proyecto para un hospital... Muchas ideas y muy emocionado de haber conocido a tanta buena gente. Como despedida, me organizaron un acto en el salón del restaurante Molino de Urdániz que David Yárnoz y Arthur Wang tienen en Taipéi y a la que acudieron diferentes representantes de España, catedráticos de la Universidad, de la Cámara Europea de Comercio, empresarios, periodistas, galeristas... Gente encantadora, fue muy emotivo.
¿Qué pasará con esos proyectos?
Aunque este año no voy a tener mucho tiempo, intentaré retomar alguno de ellos.
¿Y su 40 aniversario?
Lo pasé recuperándome y celebrando estar vivo, que es lo más importante.
¿Qué balance hace de sus 40 años de carrera?
Siempre es difícil y complicado hablar de uno mismo, pero en estos cuarenta años, he intentado ser lo más honesto y consecuente posible, tanto en mi vida personal como artística. He podido compartir mis obras por diferentes países para que dialoguen con el espectador y con el entorno, y eso es muy gratificante.
Ha cultivado dos disciplinas, ¿Se siente más escultor o pintor?
La pintura y la escultura son para mí un indispensable complemento. Han sido dos caminos de expresión paralelos desde el principio, donde la búsqueda matérica y de color se fusionan con las composiciones y combinaciones de las formas y sus volúmenes, y esto genera infinidad de posibilidades plásticas y cromáticas, tanto en la escultura como en la pintura. Cuando pasan los años y ves obras de épocas anteriores, te das cuenta de que hay un equilibrio entre formas, movimientos, volúmenes y espacios, y el color tiene mucho protagonismo. Todo está conectado buscando el objetivo de expresar sentimientos, percepciones e inquietudes personales.
Su obra escultórica evoca a la de Chillida y Oteiza, ¿es así?
Pablo Gargallo, Eduardo Chillida o Jorge Oteiza me son muy cercanos y los he admirado siempre, como importantes e innovadores escultores del siglo XX. En sus obras hay una relación directa entre el volumen y el vacío, forjando infinidad de posibilidades plásticas. El vació creado y concebido en la escultura es muy habitual también en mis obras.
¿Qué colores definen su obra?
Utilizo una amplia paleta de colores, pero predominan los negros, blancos y azules, aunque también el del acero cortén, que uso frecuentemente y que toma esos tonos rojizos y cálidos como el fuego.
¿Qué técnicas emplea?
Llevo a cabo un proceso de oxidación que, a través de diferentes reacciones químicas, produce una transformación del hierro sin alterar sus patrones de resistencia y color natural, pero también aportando una pigmentación y tonos variables, dependiendo de la temperatura y humedad ambientales, principalmente del estudio donde están muchos meses. Lo mismo pasa con la aplicación del polvo de hierro en los cuadros, que obtengo después de un laborioso y complejo proceso, en el que se consigue su adherencia sobre el soporte del papel y que a base de superposiciones de capas del polvo de hierro se logra fusionar y conseguir unos impactantes y sorprendentes matices cromáticos.
¿Es el suyo un arte sostenible?
Considero como artista que tenemos que ser sensibles y demostrar un alto grado de responsabilidad, tratando de ser respetuosos con el medio ambiente y optimizando los recursos para reducir la huella ambiental de nuestro trabajo. Trato de minimizar al máximo la generación de residuos y de utilizar productos que sean naturales.
¿Cuál es el valor del arte?
Todos de alguna manera anhelamos la felicidad. El arte en general genera emociones y nos ayuda a conectarnos con nuestro interior, sentir, escuchar y también vivenciar todas esas emociones. Todo depende de lo dispuestos que estemos a sentirlo y de ser conscientes de esa vinculación existente entre arte y bienestar. Debemos potenciar las disciplinas artísticas desde temprana edad y desde los centros educativos, fomentando su desarrollo y experimentando el arte en toda su magnitud.
Si tuviera que definir su propia obra, ¿Cómo lo haría?
Creo que en conjunto, mis obras proyectan una gran carga simbólica, ya que mi trabajo es muy personal, íntimo y alejado de influencias externas. Con los años he podido desarrollar mi sello personal, mi propio lenguaje plástico y la gente al ver las obras ya las identifica.
¿Qué papel ha jugado en su carrera su familia, esposa e hijos?
Son mis principales compañeros de vida y el ámbito donde crezco y desarrollo la parte más humana de mi ser. Lo mejor que tengo y lo que más quiero cuidar.
¿Alguno de sus siete hijos podría seguir sus pasos?
Seguramente. Todos ellos tienen gran sensibilidad y creatividad.
El 27 de octubre de 2023 se colocó la primera piedra del Museum Oteiza-Ciriza en Estella, que acogerá sus obras y las de Antonio Oteiza, escultor también, capuchino y hermano menor de Jorge Oteiza. ¿Qué tal van las obras?
Van muy bien. El museo y el parque escultórico abrirá sus puertas al finalizar este 2025. Creo que todos somos conscientes del esfuerzo, generosidad, mirada y visión compartida que esta apuesta merece...
¿Estará centrada en ella ahora?
El museo es un tema prioritario y al que estoy dedicando todos los recursos y tiempo que puedo. Estamos todos muy ilusionados.
Haciendo balance, ¿Qué ha supuesto el arte en su vida?
Podría decir que es la proyección personal más importante. El lenguaje expresivo por naturaleza en el que mejor me desenvuelvo.
Si volviera a nacer, ¿Volvería a ser artista?
Creo que se nace artista. Con una predisposición a la expresión plástica, musical... que evidentemente hay que desarrollar y trabajar. Otra cosa distinta es vivir del arte. Eso es en sí mismo otro arte.
¿Le queda algún sueño por cumplir?
Por supuesto, muchos. Han pasado varias décadas desde que comencé, pero perdura en mí como el primer día el deseo de seguir expresándome plásticamente y de dejar constancia permanente de mi trabajo y mi mundo interior.
CARLOS CIRIZA VEGA (Estella, Navarra, 1964)
PIntor y escultor, es el 2º de cuatro hermanos; pero solo él se dedicó a la labor artística, aunque sus padres pintaban.
Autodidacta, se inició en la EScuela de Artes y Oficios de Pamplona, pero su formación mayoritaria viene de su relación directa con artistas nacionales y extranjeros. Firmó sus primeros cuadros en 1984. Tiene varias obras instaladas en Pamplona, Estella y otras localidades navarras y españolas. "Espacios de luz", se incluyó en 2007 en Patrimonio Nacional y reposa en el jardín de la Zarzuela. Desde 2010, la Clínica Universitaria acoge un mural suyo "Hacia la esperanza". En los últimos años ha realizado obras de gran tamaño y proyección internacional. Ha llegado a Asia, México y EEUU. Está casado con Mercedes Bretos Noáin desde hace 32 años; tienen 7 hijos (Marta, 29; Javier 27; Eduardo, 26; Beatriz, 24; Cecilia, 22; Myriam, 20 y José Miguel, 15); y 2 nietos; Clara, de 2 años, y Lorenzo de 6 meses.
(Eva Fernández. Diario de Navarra)