No son muchos los viajeros que visitan en Roma la iglesia de San Bartolomé en la Isla Tiberina. Construida en el siglo X por el emperador Otón III, se encuentra frente al Hospital de San Juan de Dios. Merece la pena disfrutar de la plaza a la que se abre, como de los dos puentes que nos facilitan las hermosas vistas sobre el Tíber.
Por disposición del papa San Juan Pablo II, a partir del jubileo del año 2000, la iglesia de San Bartolomé ha sido dedicada especialmente a recordar y celebrar la memoria de los mártires modernos. Son muchos los que en este último siglo y en todos los continentes han dado su vida por mantenerse fieles a su fe.
Pues bien, en una de las capillas de esta iglesia romana se recuerda especialmente a los mártires españoles del siglo XX. No nos viene mal ese recuerdo a los que estamos tan dispuestos a olvidar nuestra historia. En nuestra ayuda viene también el calendario, que inserta en el día 6 de noviembre la celebración en honor de los Beatos Mártires del siglo XX en España.
Evidentemente, los católicos no tratamos de utilizar la memoria de nuestros mártires como un arma arrojadiza contra nadie. La celebración tiene y sólo puede tener una motivación estrictamente religiosa. Con ese motivo hacemos pasar entre nuestros dedos las cuentas del rosario de los tiempos.
• En primer lugar, el tiempo pasado, tan marcado por turbulencias y conflictos. Se dice que en la antigua Roma, cuando el río Tíber se desbordaba, el pueblo pedía que se arrojase a los cristianos a las fieras. Con una recurrencia dramática, las crisis sociales y políticas han tratado de solucionarse condenando a muerte a los discípulos de Jesús. De esos miles de hombres y mujeres que dieron su vida por Jesucristo recordamos el testimonio de la fe y de fidelidad a esa fe aun en medio de la persecución.
• El tiempo presente está marcado por el descubrimiento y la proclamación de los derechos humanos. Entre ellos, la declaración de las Naciones Unidas acoge el derecho a la libertad religiosa. Sin embargo, son muchas las situaciones en las que esa libertad es burlada de palabra y con gestos preocupantes. Pero el recuerdo de los mártires no sólo nos da criterios para evaluar esas situaciones. Nos da fuerza para superar esa acedia y esa mundanidad que, según el Papa Francisco, frenan nuestra tarea misionera.
• Y con relación al tiempo futuro, nos preguntamos con frecuencia si estamos preparando a las futuras generaciones para vivir de forma consecuente la alegría de la fe. Mártir es una palabra griega que significa “testigo”. Bien sabemos que no se puede vivir la fe, sin dar testimonio de ella. El testimonio solo será creíble si refleja la coherencia de la vida. Y sólo será aceptable si se vive con valentía y alegría, como ya decía la carta a los Hebreos.
Si no hacemos “anámnesis” es que estamos enfermos de “amnesia”. Con cariño y gratitud hacemos memoria de nuestros mártires.
José-Román Flecha Andrés
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