Sábado Vigilia Pascual
San Pedro Regalado
Primera lectura: Génesis 1, 1—2, 2
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Salmo: 117
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
Segunda lectura: Romanos 6, 3-11
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
Evangelio: Marcos 16, 1-7
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”»
Reflexión:
Dos vigilias celebra la Iglesia con particular intensidad: la del nacimiento y la de la resurrección del Señor. Dos vigilias con una serie de elementos comunes: la luz: la de la estrella, y la del cirio pascual. -En ambas los ángeles descifran el misterio: a los pastores y a los discípulos, respectivamente. Ambas son portadoras de un mensaje de paz: “paz a los hombres de buena voluntad”, proclaman los ángeles; “la paz sea con vosotros”, saluda el Resucitado. En cada una se celebra un acontecimiento trascendental de nuestra salvación: en la Navidad, Dios asume lo humano con todas sus limitaciones y contradicciones, excepto el pecado; en la Pascua, Dios libera, mediante la resurrección, el último reducto del pecado: la muerte, restituyendo la esperanza a la condición humana. Por eso no puede celebrarse una sin evocar la otra.