Sábado de Solemnidad 12ª semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio
Santos Pedro, Pablo.
Primera lectura: Hechos 12, 1-11
Ahora sé realmente que el Señor me ha librado de las manos de Herodes.
Salmo: 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R/. El Señor me libró de todos mis miedos.
Segunda lectura: 2 Timoteo 4, 6-8. 17-18
Me está reservada la corona de la justicia.
Evangelio: Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Reflexión:
La fiesta de san Pedro y san Pablo nos habla de cómo la Iglesia sabe integrar estrategias distintas en la evangelización, que es la causa común. Pedro y Pablo significan “caminos” distintos pero convergentes. A ambos les unía la pasión por Cristo. Hermanados en el martirio en Roma, sus relaciones no fueron, sin embargo, tan uniformes como una tradición, iniciada ya por san Lucas, ha querido presentar. Con perfiles, procedencias y estrategias pastorales diferenciadas, les unió la pasión por Cristo. La Iglesia les ha hermanado, fundiéndolos en un abrazo; un hermanamiento necesario, pues no puede prescindir de ninguno de los dos. Es más, la Iglesia oscila entre Pedro (y lo que representa) y Pablo (y lo que representa): estilos y estrategias necesarias por su diversidad y complementariedad al servicio del Evangelio.