Miércoles 8ª semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

Santa Restituta, Santa Maximina.

Primera lectura: 1 Pedro 1, 18-25

Fuisteis liberados con una sangre preciosa, como la de un cordero sin mancha, Cristo.
 


Salmo: 147, 12-13. 14-15. 19-20

R/. Jerusalén, ensalza al Señor.
 


Evangelio: Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, en el camino que sube hacia Jerusalén, Jesús iba delante de sus discípulos, que estaban admirados; por su parte, quienes iban detrás estaban asustados. Jesús entonces, llamando de nuevo a los Doce, se puso a hablarles de lo que estaba a punto de sucederle.
Les dijo:
—Ya ven ustedes que estamos subiendo a Jerusalén. Allí el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley que lo condenarán a muerte y lo pondrán en manos de extranjeros que se burlarán de él, le escupirán, lo golpearán y lo matarán. Pero después de tres días resucitará.

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
—Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte.
Jesús les preguntó:
—¿Qué quieren que haga por ustedes?
Le dijeron:
—Concédenos que nos sentemos junto a ti en tu gloria: el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Jesús les respondió:
—No saben lo que están pidiendo. ¿Pueden ustedes beber la misma copa de amargura que yo estoy bebiendo, o ser bautizados con el mismo bautismo con que yo estoy siendo bautizado?
Ellos le contestaron:
—¡Sí, podemos hacerlo!

Jesús les dijo:
—Pues bien, beberán de la copa de amargura que yo estoy bebiendo y serán bautizados con mi propio bautismo; Pero que se sienten el uno a mi derecha y el otro a mi izquierda, no es cosa mía concederlo; es para quienes ha sido reservado.
Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enfadaron con Santiago y Juan. Entonces Jesús los reunió y les dijo:
—Como muy bien saben ustedes, los que se tienen por gobernantes de las naciones las someten a su dominio, y los que ejercen poder sobre ellas las rigen despóticamente. Pero entre ustedes no debe ser así. Antes bien, si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás; y si alguno quiere ser principal, que se haga servidor de todos.
Porque así también el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos.

 


Reflexión:

Los discípulos siguen a “lo suyo”. Mientras Jesús les diseña “su” ca mino, los discípulos parecen caminar por otros caminos. Jesús les asusta un poco; no entienden su determinación. Los hijos del Zebedeo buscan puestos de privilegio en la gloria de Jesús, sin recorrer el camino que lleva esa gloria. ¡No saben lo que piden! El resto siente eso como una agresión y “se indignaron”. La alternativa que a unos y a otros propone el Maestro es la del servicio humilde, la de la entrega generosa. Una lección que les costó aprender a los discípulos de entonces y que cuesta a los de hoy. La propuesta de Jesús a la petición de Santiago y Juan sigue en pie: beber su cáliz.
 


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