Sábado Ordinario 17ª Semana 2ª de Salterio
Inmaculado Corazón de María, San Irineo.
Primera lectura: Is 61,9-11;
Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
Salmo: Sal 1 Sam 2,1-. 4-5. 6-7. 8abcd;
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador
Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los arcos de los valientes, mientas los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R/.
Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R/.
Evangelio: Lc 2,41-51.
Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Reflexión:
La fiesta del Inmaculado Corazón de María, sigue en la liturgia a la del Sagrado Corazón de Jesús. Si la primera nos habla de un Dios que es corazón, la segunda nos habla del corazón de la criatura cuyo corazón estuvo más cercano al de Dios: el de María. Un corazón agraciado y agradecido, humilde e interiorizador de Dios e interiorizado por Él, libre y disponible. Un corazón que buscaba angustiado al Corazón, a su hijo. Un corazón convertido en casa de Dios, en sagrario de la Palabra del Padre, a la que engendra, y en sagrario de las palabras de su Hijo, a las que escucha. El corazón de María es grande no por lo que hace él, sino por lo que Dios hace en él. María dejó que Dios plasmase su corazón, su vida: “Hágase en mí según tu palabra”.