Miércoles Ordinario 21ª Semana 3ª de Salterio

Santa Mónica.

Primera lectura: 1Tes 2,9-13;

Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de que nuestro proceder con vosotros, los creyentes, fue leal, recto e irreprochable; sabéis perfectamente que, lo mismo que un padre con sus hijos, nosotros os exhortábamos a cada uno de vosotros, os animábamos y os urgíamos a llevar una vida digna de Dios, que os ha llamado a su reino y a su gloria. Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes. 


Salmo: Sal 138,7-8.9-19.11-12;

R/. Señor, Tú me sondeas y me conoces.

¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.

Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. R/.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí», ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día. R/.


Evangelio: Mt 23,27-32.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, ¡no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres! 


Reflexión:

Jesús denuncia una realidad peligrosa, que es tentación permanente en toda religión: el “esplendor” exterior  del  culto. Las manifestaciones exteriores de la fe deben cuidarse,  pero debe cuidarse, sobre todo, su verdad y su capacidad de generar vida. Los fariseos creían agradar a Dios elevando grandes mausoleos a los profetas asesinados en el pasado, a los que consideraban “mártires”; Jesús critica ese proceder. También hoy la tentación del “esplendor” exterior religioso -manifestaciones masivas y ostentosas, que muchas veces puede no ser más que “vanidad” y camuflaje para ocultar vacíos y rutinas- puede ser muy sutil y hasta seductora.  Una religión de fachada no es infrecuente, pero sí insuficiente. Cuidamos sus formas, descuidando su fondo, olvidando que el verdadero esplendor de culto reside en el esplendor de la Verdad.


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