Sábado Ordinario 28ª Semana de Fiesta

San Lucas Evangelista.

Primera lectura: 2 Tim 4,10b-17b;

Y se marchó a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; Lucas es el único que está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, pues me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso. El manto que dejé en Tróade, en casa de Carpo, tráelo cuando vengas, y también los libros, sobre todo los pergaminos. Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le dará el pago conforme a sus obras. Guárdate de él también tú, porque se opuso vehementemente a nuestras palabras. En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones.


Salmo: Sal 144,10-13b. 17-18;

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,

es bondadoso en todas sus acciones;

cerca está el Señor de los que lo invocan,

de los que lo invocan sinceramente. R/.


Evangelio: Lc 10,1-9.

Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”. 


Reflexión:

Esta fiesta nos recuerda la necesidad de volver al Evangelio y reescribirlo con la propia vida: ser evangelistas es la vocación y la misión del discípulo. Jesús envía a unos discípulos, de dos en dos, como avanzadilla de su misión, y les diseña el paisaje (hostil y complicado), el bagaje (ligeros de equipaje) y el mensaje (la paz y el anuncio de Reino verificado en obras). Y consciente de la escasez de obreros para la misión, que se prevé abundante, invita a orar al Padre para que suscite obreros para la misma. Orar no para que vayan otros a la misión sino para que sintamos nosotros la responsabilidad y la urgencia, y la respondamos. Jesús advierte del riesgo que comporta, y de que hay que ir con su esquema de estilo y contenido. Misión hay, ¿pero misioneros?


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