Lunes 3ª Semana Ordinario 1ª de Santerio

San Enrique de Ossó. Santa Ángela de Mérici.

Primera lectura: Heb 9,15.24-28;

Hermanos: Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. 

Pues bien, Cristo entró no en un santuario construido por hombres, imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena. Si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde la fundación del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan.


Salmo: Sal 97,1b-6;

R/. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R/.


Evangelio: Mc 3,22-30.

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios». Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.


Reflexión:

De una lectura atenta de los evangelios se concluye que Jesús no fue bien comprendido. Y hoy, ¿lo comprendemos? La exégesis bíblica ha progresado, la teología ha elaborado una cristología plural y dinámica. Pero, ¿qué credibilidad concedemos a los planteamientos de Jesús? ¿Dónde están las bienaventuranzas? ¿El Evangelio es solo fuente de eslógans, o es fuente de vida? ¿Entendemos sus claves existenciales de pobreza, servicio, humanidad, libertad…? Hoy el texto nos habla de un malentendido: identificar a Jesús con un “poseído” de Belcebú. No reconocer en él la presencia de Dios, confundiéndole con el espíritu del Mal es el “pecado contra el Espíritu”. Comprender a Jesús es más que disponer de una buena información, supone el seguimiento, tener sus sentimientos (Flp 2,5), su mentalidad (Cor 2,16), y traducirlos en la vida.


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