Miércoles 25º Semana Ordinario 1º de salterio

Santa Aureliana, San Cleofás

Primera lectura: Proverbios 30, 5-9

No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan.
 


Salmo: 118, 29. 72. 89. 101. 163

R/. Tu palabra, Señor, es antorcha de mis pasos.
 


Evangelio: Lucas 9, 1-6

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a anunciar el reino de Dios y a curar a los enfermos.
Les dijo:
—No lleven nada para el camino: ni bastón, ni zurrón, ni pan, ni dinero. Ni siquiera dos trajes.
Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que salgan del lugar.
Si en algún pueblo no quieren recibirlos, salgan de allí y sacudan el polvo pegado a sus pies, como testimonio contra esa gente.

Ellos salieron y recorrieron todas las aldeas, anunciando por todas partes el mensaje de salvación y curando a los enfermos.

 


Reflexión:

Jesús, envía a los Doce a una experiencia evangelizadora: les confía su Evangelio. Un evangelio que debe anunciarse y visibilizarse desde la sobriedad y la pobreza, con las técnicas y la metodología de Jesús: cercanía, humildad. El evangelizador no puede ser extraño al Evangelio que anuncia. No puede anunciar la bienaventuranza de la pobreza desde la saturación, ni la de los que lloran sin la solidaridad con sus lágrimas, ni la de la paz desde el enfrentamiento y el sectarismo. No entender esto conducirá a sofisticadas estrategias y metodologías pastorales exentas de credibilidad y vitalidad. El Evangelio debe anunciarse con su propia metodología. La nueva evangelización no de debe ser “otra” evangelización, sino profundización en la de Jesús: sanadora, vitalizadora, humanizadora. Una misión en pobreza, confiada a la Providencia, sin reivindicar derechos ni privilegios.
 


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