Miércoles Ordinario 16ª Semana 2ª de Salterio

Santa Brígida

Primera lectura: Gál 2,19-20;

Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.


Salmo: Sal 33,2-11;

R/. Bendigo al Señor en todo momento

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.


Evangelio: Jn 15,1-8.

Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos. 


Reflexión:

Santa Brígida, nacida en Suecia, y casada a una edad muy temprana, fue madre de ocho hijos, que educó con esmero. Enviudada comenzó una vida de mayor ascetismo. Fundó una Orden religiosa (las “Brígidas”), gran peregrina penitencial dejó escritos en los que narra sus experiencias místicas. En 1999 fue declara por el papa Juan Pablo II Patrona de Europa. El evangelio propuesto para esta fiesta presenta la imagen de Jesús como la Vid verdadera, la de sus seguidores como sarmientos y la del Padre como viñador solícito, subrayando la necesidad de permanecer vinculados a la Vid para recibir la sabia fecunda de su vida. Jesus invita a “permanecer” en él, y esa permanencia será la garantía de la omnipotencia de nuestras peticiones, porque “todo los que pidáis en mi nombre lo obtendréis”.


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