4º Domingo Adviento 4º de salterio

San Demetrio, Santa Francisca Javier Cabrini.

Salmo: 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19

R/. Ilumina tu rostro, Señor y estaremos salvados.
Escucha, pastor de Israel,
tú que te sientas sobre querubines, muéstrate.
Manifiesta tu poder, ven a salvarnos. R/.
Dios del universo, vuélvete,
observa desde el cielo, mira;
trata a esta viña con bondad,
pues la cepa que plantó tu mano,
el retoño que tú robusteciste. R/.
Protege al que está a tu diestra,
a la persona que tú fortaleciste.

No nos alejaremos más de ti,
danos la vida e invocaremos tu nombre. R/.

 


Evangelio: Hebreos 10, 5-10

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Lectura de la carta a los Hebreos
Hermanos:
Cristo al entrar en el mundo dijo:
No has querido ofrendas ni sacrificios, sino que me has dotado de un cuerpo.
Tampoco han sido de tu agrado los holocaustos y las víctimas expiatorias.
Entonces dije:
Aquí vengo yo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como está escrito acerca de mí en un título del libro.
En primer lugar dice que no has querido ni han sido de tu agrado las ofrendas, los sacrificios, los holocaustos y las víctimas expiatorias —
cosas todas que se ofrecen de acuerdo con la ley—. Y a continuación añade: Aquí vengo yo para hacer tu voluntad, con lo que deroga la primera disposición y confiere validez a la segunda. Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.

 


Evangelio: Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y, a toda prisa, se dirigió a un pueblo de la región montañosa de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, al oír Isabel el saludo de María, el niño que llevaba en su vientre saltó de alegría. Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y exclamó con gritos alborozados:
—¡Dios te ha bendecido más que a ninguna otra mujer, y ha bendecido también al hijo que está en tu vientre! Pero ¿cómo se me concede que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque, apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. ¡Feliz tú, porque has creído que el Señor cumplirá las promesas que te ha hecho!.
 


Reflexión:

Este encuentro entre las dos madres es también el primer encuentro entre los dos hijos. Juan inagura su misión de precursor, saltando de gozo en el seno materno y anunciando por boca de su madre el señorío de Jesús (v.43). Isabel es la mujer profeta que desvela el misterio más profundo acaecido en María. Como más tarde Juan (Lc 3,16), ella también se reconoce inmerecedora de la visita de la madre de su Señor. Y ofrece la radiografía más profunda de María, descubriendo su secreto y su grandeza: su fe en la palabra de Dios.
 


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