Sábado Ordinario 21ª Semana 1ª de Salterio

San Luis Gonzaga

Primera lectura: 2 Cor 12,1-10;

Hermanos: ¿Hay que gloriarse?: sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor. Yo sé de un hombre en Cristo que hace catorce años —si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe— fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que ese hombre —si en el cuerpo o sin el cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe— fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables, que un hombre no es capaz de repetir. De alguien así podría gloriarme; pero, por lo que a mí respecta, solo me gloriaré de mis debilidades. Aunque, si quisiera gloriarme, no me comportaría como un necio, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que nadie me considere superior a lo que ve u oye de mí. Por la grandeza de las revelaciones, y para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad». Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.


Salmo: Sal 33,8-9. 10-11. 12-13;

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
V/. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles, y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R/.
V/. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.
V/. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor;
¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? R/.


Evangelio: Mt 6,24-34.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia.


Reflexión:

La vida del hombre en el mundo es un servicio”, decía Job (7,1), y Moisés propuso al pueblo antes de entrar en la Tierra prometida: “Elegid hoy a quién vais a servir” (Jos 24,15). Jesús dice a sus discípulos, y nos dice, que es imposible servir a dos señores: a Dios y al dinero. Porque son “servicios” incompatibles: uno liberador -el de Dios- y otro esclavizante -el del dinero-. Invita a vivir en la libertad y en el gozo de la vida, confiando en la Providencia, sin angustias, porque “Ya sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad”. Y les reorienta, y nos reorienta, en la búsqueda: “Buscad el Reino de Dios y su justicia”, convirtiéndonos en servidores para que ese Reino venga a nosotros. Jesús no distrae de la vida; quiere que la vida no nos distraiga.


  • Compártelo!