Martes 33º Semana Ordinario 1º de salterio

Santa Inés de Asís, San Crispín.

Primera lectura: Apocalipsis 3, 1-6. 14-22

Si alguien escucha la puerta, entraré en su casa y cenaré con él.
 


Salmo: 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5

R/. Al vencedor los sentaré en mi trono, junto a mí.
 


Evangelio: Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba recorriendo la ciudad.
Vivía allí un hombre rico llamado Zaqueo, que era jefe de recaudadores de impuestos y que deseaba conocer a Jesús. Pero era pequeño de estatura, y la gente le impedía verlo. Así que echó a correr y, adelantándose a todos, fue a encaramarse a un sicómoro para poder verlo cuando pasara por allí.
Al llegar Jesús a aquel lugar, miró hacia arriba, vio a Zaqueo y le dijo:
—Zaqueo, baja enseguida, porque es preciso que hoy me hospede en tu casa.
Zaqueo bajó a toda prisa, y lleno de alegría recibió en su casa a Jesús.
Al ver esto, todos se pusieron a murmurar diciendo:
—Este se aloja en casa de un hombre de mala reputación.
Zaqueo, por su parte, se puso en pie y, dirigiéndose al Señor, dijo:
—Señor, estoy decidido a dar a los pobres la mitad de mis bienes y a devolver cuatro veces más a los que haya defraudado en algo.
Entonces Jesús le dijo:
—Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este es descendiente de Abrahán. En efecto, el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

 


Reflexión:

La escena es elocuente. Zaqueo quiere ver sin ser visto. En él se ha suscitado la curiosidad por Jesús: ¿será verdad…? Jesús le des cubre y se autoinvita. Eso no lo esperaba Zaqueo, pero se alegró- profundamente. Jesús no lo examina, ni lo recrimina, ni moraliza su vida, solo la visita. Y eso bastó. Zaqueo quería ver pasar a Jesús; Jesús quiere entrar en su casa. Zaqueo siente solo curiosidad pero Jesús busca su amistad. Quiere hospedarse en casa de Zaqueo y en la casa de todos los Zaqueos de la vida: de los que quieren ver sin ser vistos. “Hoy quiero hospedarme en tu casa”. Todos los días nos manifiesta esta voluntad. “No soy digno de que entres en mi casa”, solemos responder. Pero, ¿es una respuesta ritual? Acojamos a Jesús, dejemos que visite nuestra vida, y que su visita produzca los frutos que produjo en la vida de Zaqueo.
 


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