Jueves 24º semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

San Jenaro, San Francisco María de Camporroso

Primera lectura: 1 Corintios 15, 1-11

Predicamos así, y así lo creísteis vosotros.
 


Salmo: 117, 1-2. 16ab-17. 28

R/. Den gracias al Señor por su bondad.
 


Evangelio: Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer. Fue, pues, Jesús a casa del fariseo y se sentó a la mesa. Vivía en aquella ciudad una mujer de mala reputación que, al enterarse de que Jesús estaba en casa del fariseo, tomó un frasco de alabastro lleno de perfume y fue a ponerse detrás de Jesús, junto a sus pies. La mujer rompió a llorar y con sus lágrimas bañaba los pies de Jesús y los secaba con sus propios cabellos; los besaba también y finalmente derramó sobre ellos el perfume. Al verlo, el fariseo que había invitado a Jesús se dijo para sí mismo:
—Si este fuera profeta, sabría quién es y qué reputación tan mala tiene la mujer que está tocándolo.
Entonces Jesús se dirigió a él y le dijo:
—Simón, quiero decirte una cosa.
Simón le contestó:
—Dime, Maestro.
Jesús siguió:
—Había una vez un acreedor que tenía dos deudores, uno de los cuales le debía diez veces más que el otro. Como ninguno de los dos podía pagarle, los perdonó a ambos. ¿Cuál de ellos te parece que amará más a su acreedor?
Simón contestó:
—Supongo que aquel a quien perdonó una deuda mayor.
Jesús le dijo:
—Tienes razón.

Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
—Mira esta mujer. Cuando llegué a tu casa, no me ofreciste agua para los pies; en cambio, ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tampoco me diste el beso de bienvenida; en cambio ella, desde que llegué, no ha cesado de besarme los pies. Tampoco vertiste aceite sobre mi cabeza; pero ella ha derramado perfume sobre mis pies. Por eso te digo que, si demuestra tanto amor, es porque le han sido perdonados sus muchos pecados.
A quien poco se le perdona, poco amor manifiesta.

Luego dijo a la mujer:
—Tus peca
dos quedan perdonados.

Los demás invitados comenzaron, entonces, a preguntarse a sí mismos:
—¿Quién es este, que hasta perdona pecados?
Pero Jesús dijo a la mujer:
—Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

 

 

 


Reflexión:

Jesús convierte en revelación un hecho diario. Ante la vida pueden adoptarse posturas diferentes. El fariseo y Jesús enjuician diversa mente a aquella mujer. El fariseo mira el exterior -pecadora-, Jesúsmira al interior -amor y fe-. Aquella mujer no se acusó de sus pecados, solo expresó su amor a Jesús, y el amor es la fuente y la medida del perdón, y solo desde el amor se puede hacer una lectura verdadera de la vida personal y ajena. “Al que poco se le perdona, poco ama”. Solo desde la experiencia de ser amados por Dios, podremos amar a Dios y desde Dios al prójimo. Todo hombre y mujer tienen derecho al Evangelio de la misericordia, más allá del momento personal en que se encuentre. En aquella mujer, mientras unos ven solo sus pecados, Jesús descubre su mucho amor y su fe en él. ¡Menos exámenes prejuzgados y más acogida misericordiosa! Un buen ejemplo para acercarse al sacramento de la penitencia.
 


  • Compártelo!