Sábado 7ª semana Tiempo Pascual 3ª de salterio
Santa Rafaela María Porras, Santa Félix de Cantaricio.
Primera lectura: Hechos 28, 16-20. 30-31
Permaneció en Roma, predicando el reino de Dios.
Salmo: 10, 4. 5 y 7
R/. Quien es recto podrá contemplar el rostro del Señor.
Evangelio: Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Pedro volviéndose, vio que detrás de ellos venía el discípulo a quien Jesús tanto quería, el mismo que en la cena se había recostado sobre el pecho de Jesús y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?». Al verlo, Pedro preguntó a Jesús:
—Señor, y este, ¿qué suerte correrá?
Jesús le contestó:
—Si yo quiero que él quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.
Estas palabras dieron pie para que entre los hermanos circulase el rumor de que este discípulo no iba a morir. Sin embargo, Jesús no dijo a Pedro que este discípulo no moriría; simplemente dijo: «Si yo quiero que él quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?».
Este discípulo es el mismo que da testimonio de todas estas cosas y las ha escrito. Y nosotros sabemos que dice la verdad.
Jesús hizo además otras muchas cosas; tantas que, si se intentara ponerlas por escrito una por una, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que podrían escribirse.
Reflexión:
Juan pone final a su evangelio y lo hace con una advertencia: el discí pulo, el seguidor de Jesús no debe preocuparse tanto de quiénes le si guen, sino de seguirle él personalmente. Para cada uno el Señor tiene su proyecto. Jesús advierte a Pedro de que el interés por el otro no debe ser un interés curioso. Cada uno tiene que resolver su vida ante el Señor. A veces nos “interesamos” demasiado por los otros con un interés no sano. Nunca hemos de ser indiferentes ante los hermanos, pero siempre hay que respetar su singularidad. “El discípulo amado” encarna el ideal de todo discípulo, no exclusiviza el amor de Jesús, más bien nos descubre nuestra condición y nuestra vocación: ser discípulos amados del Señor.