Lunes 5ª Semana de Cuaresma
San Cirilo de Jerusalén
Primera lectura: Daniel 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62
Ahora tengo que morir, siendo inocente.
Salmo: 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R/. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.
Evangelio: Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Por la mañana
temprano volvió al Templo, y toda la gente se reunió en torno a él. Se
sentó y comenzó a enseñarles.
En esto, los maestros de la ley y los fariseos se presentaron con una
mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron en medio
y plantearon a Jesús esta cuestión:
—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. En
la ley nos manda Moisés que demos muerte a pedradas a tales mujeres. Tú, ¿qué dices?
Le plantearon la cuestión para ponerlo a prueba y encontrar así un
motivo de acusación contra él.
Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en el suelo.
Como ellos insistían en preguntar, Jesús se incorporó y les dijo:
—El que de ustedes esté sin pecado que tire la primera piedra.
Dicho esto, se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo. Oír
las palabras de Jesús y escabullirse uno tras otro, comenzando por
los más viejos, todo fue uno.
Jesús se quedó solo, con la mujer allí en medio. Se incorporó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están todos esos? ¿Ninguno te condenó?
Ella le contestó:
—Ninguno, Señor.
Jesús le dijo:
—Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar.
Reflexión:
No era una situación cómoda. Jesús percibe falta de sinceridad y de humanidad. Aquella mujer ya había sido juzgada y condenada previamente. No quería entrar en aquel juego sucio, limitándose
a decir: El que esté sin pecado. Jesús sabe quién es aquella mujer, pero sabe también que no era solo una prostituta sino una prostituida por otros;
que no todo era pecado en su vida ni que todo el pecado era suyo. Jesús mira a la parte buena de aquel corazón y lo mira con un corazón limpio.
No la ruboriza con preguntas ni silencia su pecado pero tampoco lo absolutiza. Prefiere alentar. Y aquella mujer se sintió acogida. Jesús lanza la
vida hacia adelante. Así es Dios; es su estilo. Pero ese estilo es también un ejemplo a seguir. Cristo no ha venido a arrojar piedras sobre nuestros
pecados, sino a envolvernos en la misericordia de Dios ¡Somos tan inclinados a sorprender, a denunciar!