Martes 3º Semana Adviento 3º de salterio

San Lázaro, San Juan de la Mata.

Primera lectura: Génesis 49, 1-2. 8-10

No se apartará de Judá el cetro.
 


Salmo: 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17

R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde mientras dure la luna.
 


Evangelio: Mateo 1, 1-17

Esta es la lista de los antepasados de Jesucristo, descendiente de David y de Abrahán: Abrahán fue el padre de Isaac; Isaac lo fue de Jacob, y Jacob de Judá y sus hermanos. Judá fue el padre de Farés y Zara; la madre fue Tamar. Farés fue el padre de Esrón, y Esrón lo fue de Aram. Aram fue el padre de Aminabab; Aminabab lo fue de Naasón, y Naasón, de Salmón. Salmón fue el padre de Booz y su madre fue Rajab. Booz fue el padre de Obed; la madre fue Rut. Obed fue el
padre de Jesé, y Jesé lo fue del rey David. David fue el padre de Salomón, a quien engendró de la que era esposa de Urías. Salomón fue el padre de Roboán; Roboán lo fue de Abías, y Abías, de Asá. Asá fue el padre de Josafat; Josafat lo fue de Jorán; Jorán, de Ozías; Ozías, de Joatán; Joatán, de Ajaz, y Ajaz lo fue de Ezequías. Ezequías fue el padre de Manasés; Manasés lo fue de Amón, y Amón, de Josías. Josías fue el padre de Jeconías y de sus hermanos en tiempos de la deportación a Babilonia.
Después de la deportación, Jeconías fue el padre de Salatiel; Salatiel, de Zorobabel; Zorobabel, de Abiud; Abiud, de Eliakín, y Eliakín lo fue de Azor. Azor fue el padre de Sadoc; Sadoc lo fue de Ajín, y Ajín, de Eliud. Eliud fue el padre de Eleazar; Eleazar, de Matán, y Matán lo fue de Jacob. Por último, Jacob fue el padre de José, el marido de María. Y María fue la madre de Jesús, que es el Mesías.
De modo que desde Abrahán a David hubo catorce generaciones; otras catorce desde David a la deportación a Babilonia, y otras catorce desde la deportación hasta el Mesías.

 


Reflexión:

Iniciamos la segunda etapa del Adviento, centrada en la preparación a la celebración de la Navidad de Jesús. El plan de Dios es un plan de encarnación. El Hijo de Dios tiene un árbol genealógico. La genealogía que presenta san Mateo lo entronca con Abrahán el padre de la Promesa, con lo que Jesús aparece como el cumplimiento de la bendición de Dios a la historia (Gén 22,15-18). Pero hay algo significativo: la inserción de Dios en la historia no elude las sombras de la historia, no es una genealogía “depurada”, en ella hay una prostituta (Rajab), una adúltera (Betsabé) y una extranjera (Rut)…, porque Jesús vino a redimir la historia. Saber a un Dios inserto en nuestro árbol genealógico, asumiendo nuestras sombras, no avergonzándose ni haciendo ascos de ello (Heb 2,11), le llevaba a san Pablo a afirmar: “Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom 8,31). Todos tenemos nuestra prehistoria, también Jesús.
 


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