Martes Ordinario 11ª Semana 1ª de Salterio

San Ismael, San Samuel.

Primera lectura: 2 Cor 8,1-9;

Os informamos, hermanos, de la gracia que Dios ha concedido a las iglesias de Macedonia: en las pruebas y tribulaciones ha crecido su alegría, y su pobreza extrema se ha desbordado en tesoros de generosidad. Puesto que, según sus posibilidades, os lo aseguro, e incluso por encima de sus posibilidades, con toda espontaneidad nos pedían insistentemente la gracia de poder participar en la colecta en favor de los santos. Y, superando nuestras expectativas, se entregaron a sí mismos, primero al Señor y además a nosotros, conforme a la voluntad de Dios. En vista de eso, le pedimos a Tito que concluyera esta obra de caridad entre vosotros, ya que había sido él quien la había comenzado. Y lo mismo que sobresalís en todo —en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado—, sobresalid también en esta obra de caridad. No os lo digo como un mandato, sino que deseo comprobar, mediante el interés por los demás, la sinceridad de vuestro amor. Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.


Salmo: Sal 145, 1b-2. 5-6b. 6c-7. 8-9a;

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. R/.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él. R/.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos. R/.


Evangelio: Mt 5,43-48.

Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.


Reflexión:

El paso de Jesús por nuestra vida no puede ser irrelevante. Ha de dejar huella; nos marca un horizonte de vida: Dios es el modelo, que, a pequeña escala hemos de intentar reproducir. Y como Dios es Amor y el Amor es la perfección, Jesús nos propone la vía del Amor como la vía de la realización cristiana. Y muchas veces el rostro del amor es el Perdón.  ¡Nada nuevo! Lo hemos oído tantas veces y lo hemos predicado tantas veces, pero ¿lo hemos practicado alguna vez? Nuestros comportamientos no pueden evaluarse por varemos “paganos”: por simpatías y afinidades. Y frecuentemente ocurre así. Las palabras de Jesús son muy claras; no necesitan explicación, solo esperan la aplicación. Y hemos de comenzar a aplicarlas en nuestras relaciones fraternas. La alegría del Evangelio ha de comenzar por casa.


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