Miércoles Ordinario 15ª Semana 1ª de Salterio
Virgen del Carmen
Primera lectura: I Re 18,1-2. 41-46;
Pasado mucho tiempo, al tercer año llegó la palabra del Señor a Elías, diciendo: «Vete, preséntate ante Ajab, pues voy a conceder lluvia sobre la superficie de la tierra». Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab, cuando el hambre arreciaba en Samaría.
Elías dijo a Ajab: «Sube, come y bebe, porque va a llover mucho». Ajab subió a comer y beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo para encorvarse hacia tierra, con el rostro entre las rodillas. Había ordenado a su criado: «Sube y mira hacia el mar»; el criado subió, miró y dijo: «No hay nada». Elías repitió: «Vuelve»; y así siete veces. A la séptima dijo el criado: «Aparece una nubecilla como la palma de una mano que sube del mar». Entonces le ordenó: «Sube y dile a Ajab: “Engancha el carro y desciende, no te vaya a detener la lluvia”». En unos instantes los cielos se oscurecieron por las nubes y el viento, y sobrevino una gran lluvia. Ajab montó en su carro y marchó a Yezrael. La mano del Señor se posó sobre Elías; este, ciñéndose la cintura, iba corriendo delante de Ajab hasta que llegó a Yezrael.
Salmo: Sal 129,1. 8;
R/. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Desde lo hondo a Ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿Quién podrá resistir? Pero de Ti procede el perdón, y así infundes respeto. R/.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. R/.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa. R/.
Y Él redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.
Segunda lectura: Gál 4,4-7;
Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Evangelio: Jn 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Reflexión:
La Virgen del Carmen, también denominada “Stella Maris” - (Estrella del Mar)-, es una devoción muy extendida especialmente en el mundo del mar, y vinculada con la función mediadora en favor de las “almas del Purgatorio”. En la liturgia eucarística de la fiesta los textos de la Sagrada Escritura recuerdan su función en el proyecto salvador de Dios, que la eligió para madre de su Hijo, convertida en puerta de entrada del Hijo de Dios en la casa de los hijos de los hombres (Gál 4,4-7), y que en la cruz Jesús nos la entregó como madre: “Ahí tienes a tu hijo”. Pidámosle por los “hombres de la mar”, y que acompañe nuestra “navegación” por la vida, que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos, que nos dejémonos mirar por ellos y que con ellos miremos la vida.