Miércoles 1ª Semana Ordinario 3ª de Salterio
San Arnoldo Janssen, San Pablo Ermitaño.
Primera lectura: Heb 2,14-18;
Por tanto, lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.
Salmo: Sal 104,6-9;
R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/
Evangelio: Mc 1,29-39.
Y enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Reflexión:
La vocación de servicio, la tarea misionera, no distrae a Jesús de su relación con el Padre. La oración es un aspecto prioritario en su tarea evangelizadora. Su evangelio es orado y compartido con el Padre. En el evangelio de Marcos, la actividad de Jesús se enmarca entre dos noches de oración, ésta y la de Getsemaní. Por otra parte, Jesús, a quien todos buscan, no se deja “secuestrar”, ni busca rentabilizar su ministerio. Ha venido como misionero del Padre, a cumplir su voluntad, a dar a conocer el verdadero rostro de Dios. “Todos te buscan”, pero hay búsquedas y búsquedas. Jesús mismo dirá que respecto de él hay búsquedas equivocadas (Jn 6,26) y hasta malintencionadas (Mt 16,1). ¿Buscamos a Jesús? ¿Con qué expectativas? ¡Jesús es el “buscado” y el “buscador”!