Jueves Cuaresma 1ª Semana 3ª de Salterio

Santa Cristina, San Rodrigo, San Salomón

Primera lectura: Est 4,17k.l-z;

En aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor. Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo: «¡Bendito seas, Dios de Abrahán, ¡Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de Ti, Señor, porque me acecha un gran peligro. Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que Tú libras siempre a los que cumplen tu Voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de Ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él. Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación»


Salmo: Sal 137,1bcd-2a. 2bcd-3. 7c-8;

R/. Tu derecha me salva, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para Ti; me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu Nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R/.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R/.


Evangelio: Mt 7,7-12.

Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden! Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. 


Reflexión:

Pedid, buscad, llamad…, Jesús invita a eso, porque Dios es Padre “bueno”. Desde puritanismos elitistas se critican estas actitudes como inmaduras, aduciendo que “ya sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad” (Mt 6,32). Sin embargo, Jesús quiere que cada uno caiga en la cuenta de “su” necesidad más profunda, de su pobreza más sentida, lo que requiere un profundo discernimiento, para no confundir el bien con el bienestar, el ser con el tener… Los tres imperativos -pedid, buscad y llamad- marcan el sentido de la oración cristiana, asentada en la confianza en la paternidad amorosa de Dios. ¿Tenemos la confianza suficiente para realizar eso sin albergar dudas? ¿No dejamos en nuestra oración resquicios para la duda, a veces con escusas piadosas? A Dios no le agotaremos nunca, es inagotable en su bondad.


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