Lunes Ordinario 19 ª Semana 1ª de Salterio
Santa Clara de Asís
Primera lectura: Os 2,14b.15b.19-20;
Los hijos de Judá y los hijos de Israel se reunirán, y se elegirán un único jefe. Crecerán desde la tierra. Sí, magnífico será el día de “Dios siembra”. Decid a vuestros hermanos: “Pueblo mío”, y a vuestras hermanas: “Compadecida”». «Acusad, a vuestra madre, acusadla, porque ella ya no es mi mujer ni yo soy su marido; para que aparte de su rostro la prostitución y sus adulterios de entre sus pechos. 5Si no, la despojaré dejándola desnuda, la dejaré como el día de su nacimiento, la convertiré en un desierto, la dejaré como una tierra árida, la mataré de sed. No tendré compasión de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Sí, su madre se ha prostituido. Se cubrió de vergüenza la que los concibió, cuando decía: “Me iré detrás de mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas”. Por eso yo cierro tu camino con espinos, lo rodeo de una cerca, no encontrará sus senderos. 9Perseguirá a sus amantes, pero no los alcanzará, los buscará sin encontrarlos. Entonces se dirá: “Voy a volver a mi primer marido, porque estaba entonces mejor que ahora”. Y es que ella no comprendía que era yo quien le había dado trigo, mosto y aceite virgen, quien le había prodigado plata y oro: los convirtieron en ídolos. Por eso volveré a recuperar mi trigo en su sazón, el mosto en su estación; le arrancaré mi lana y mi lino, que cubrían su desnudez. Entonces descubriré su infamia a la vista de sus amantes, y nadie la salvará de mi mano. Pondré fin a toda su alegría: su fiesta, su novilunio y su sábado, a todas sus celebraciones. Devastaré su viña y su higuera, de las que decía: “Son mi salario, me lo dieron mis amantes”. Ataviada con su anillo y su collar, corría detrás de sus amantes, y a mí, me olvidaba» —oráculo del Señor—
Apartaré de su boca los nombres de los baales, y no serán ya recordados por su nombre. Aquel día haré una alianza en su favor, con las bestias del campo, con las aves del cielo, y los reptiles del suelo. Quebraré arco y espada y eliminaré la guerra del país, y haré que duerman seguros.
Salmo: Sal 44,11-12.14-15.16; 2
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor. R/.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras. R/.
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.» R/.
Segunda lectura: Cor 4,6-10.16-18;
La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece. Hermanos, he aplicado lo anterior a Apolo y a mí por causa vuestra, para que con nuestro caso aprendáis a jugar limpio y no os engriáis el uno contra el otro. A ver, ¿quién te hace tan importante? ¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nadie te lo hubiera dado? Ya tenéis todo lo que ansiabais, ya sois ricos, habéis conseguido un reino sin nosotros. ¿Qué más quisiera yo? Así reinaríamos juntos. Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos; como condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y hombres. Nosotros unos locos por Cristo, vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros célebres, nosotros despreciados.
Así pues, os ruego que seáis imitadores míos. Por ello os he enviado a Timoteo, hijo mío querido y fiel en el Señor, el cual os recordará mis normas de conducta en Cristo Jesús, conforme las enseño por doquier en todas las iglesias. Pensando que yo no iré a visitaros, algunos se han engreído.
Evangelio: Jn 15,4-10.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos. Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Reflexión:
Celebramos hoy en la familia franciscana la fiesta de santa Clara, una de las figuras femeninas que más profunda huella ha dejado en la historia de la Iglesia. Nacida en Asís (1194), muy pronto quedó prendada del proyecto renovador de Francisco -vivir el santo Evangelio-, y se convirtió en amiga, confidente y apoyo del santo, en su “plantita”. Fundadora de la Hermanas Pobres (Clarisas), santa Clara, ha sido y es fuente inspiradora luminosa del movimiento franciscano. El Evangelio de la misa de este día habla de la necesaria vinculación a Cristo, vid verdadera, vitalizadora y fecunda, que invita a permanecer en él y en sus palabras; en definitiva a permanecer en su amor. Esa es la plataforma existencial que propone Jesús, y la que escogió Clara para sí y sus Hermanas, haciendo de la pobreza evangélica su tesoro.