Lunes de Solemnidad 2º Semana Adviento 2º de salterio

Inmaculada Concepción, (San Juan Diego, Santas Leocadia, Valeria)

Primera lectura: Génesis 3, 9-15. 20

Adán llamó a su mujer Eva por ser la madre de todos los que viven.
 


Salmo: 97, 1. 2-3ab. 3c-4

R/. Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
 


Segunda lectura: Efesios 1, 3-6. 11-12

Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo.
 


Evangelio: Lucas 1, 26-38

Un día estaba él enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones. En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a unhombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo
pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados». Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?». Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte enpie, toma tu camilla y vete a tu casa”». Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas».

 


Reflexión:

En el centro del Adviento aparece esta fiesta como estímulo de espe ranza. ¿Qué celebra la Iglesia en esta solemnidad? La realización en María, de una manera singular, de la obra redentora de Cristo. Unhecho que hunde sus raíces en los amorosos y providentes designios de Dios. La carne en que iba a encarnarse el Hijo de Dios debía ser inmaculada. Sería pobre, humilde, pero de una transparencia y luminosidad celestiales. María fue un capricho de Dios. “Dios pudo hacerlo, fue conveniente hacerlo, luego lo hizo”. Y no fue un hecho discriminante: el misterio de la Inmaculada no nos excluye, nos incluye en él. “A esto estábamos destinados por decisión de aquel que hace todo según su voluntad” (Ef 1,11). María es un avance profético de la nueva creación. Lo que aconteció en ella de manera singular -verse libre del pecado- es posible también para nosotros. La misma gracia que obró en ella, la de Cristo, obra en nosotros. A ella preservándola; a nosotros perdonándonos.
 


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