Viernes 5ª semana Tiempo Ordinario 1ª semana de salterio
San Miguel Febre Cordero, Bto. Leopoldo de Alpandeire
Primera lectura: 1 Reyes 11,29-32; 12,19
Israel se reveló contra la casa de David.
Salmo: 80, 10-11ab. 12-13. 14-15
R/. Yo soy Dios, tu Señor, escucha mi voz.
Evangelio: Marcos 7, 31-37
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo de la región de Tiro y, pasando por Sidón, se dirigió al lago de Galilea a través del territorio de la Decápolis.
Estando allí, le llevaron un hombre que era sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera su mano sobre él.
Jesús se llevó al hombre aparte de la gente y, cuando ya estaban solos, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva.
Luego, mirando al cielo, suspiró y exclamó:
—¡Effata! Que significa «¡Ábrete!».
Al punto se abrieron los oídos del sordo, se le desató la lengua y pudo hablar correctamente.
Jesús mandó a los presentes que no contaran a nadie lo sucedido; pero cuanto más se lo mandaba, más lo divulgaban. Y la gente decía llena de asombro:
—Este lo ha hecho todo bien: hace que los sordos oigan y que los mudos hablen.
Reflexión:
Sigue Jesús en geografía pagana. Le presentan un sordo mudo, un hombre “aislado” interior y exteriormente, para que le imponga las manos. Jesús rehúye toda espectacularidad. Los gestos que realiza están cargados de simbología y eran elementos típicos de las curaciones. La palabra -”effatá”, “ábrete”- pasó a la liturgia bautismal. Hoy ya no se conserva. Jesús reintegra al hombre a la vida y a la comunicación. Por otra parte es un gesto mesiánico (cf. Mt 11,5). El versículo conclusivo los destaca. Han llegado los tiempos mesiánicos (cf. Is 35,5s). La obra de Jesús recibe el mismo aplauso, la misma valoración que la obra creadora de Dios -muy buena- (Gén 1,31). Con él ha llegado el inicio de la nueva creación. Jesús es el renovador de esa creación, que el pecado había vuelto sorda y muda, capacitándola de nuevo para oír y proclamar la gloria de Dios.