Viernes 31º Semana Ordinario 3ª de salterio

Beata Isabel de la Trinidad, San Macario.

Primera lectura: Filipenses 3, 17—4, 1

Aguardamos un Salvador; él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso.
 


Salmo: 121, 1-2. 4-5

R/. Llenos de alegría vamos a la casa del Señor.
 


Evangelio: Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Un hombre rico tenía un administrador que fue acusado ante su amo de malversar sus bienes.
El amo lo llamó y le dijo:
«¿Qué es esto que me dicen de ti? Preséntame las cuentas de tu administración, porque desde ahora quedas despedido de tu cargo».
El administrador se puso a pensar:
«¿Qué voy a hacer ahora? Mi amo me quita la administración, y yo para cavar no tengo fuerzas, y pedir limosna me da vergüenza. ¡Ya sé qué voy a hacer para que, cuando deje el cargo, no falte quien me reciba en su casa!».
Comenzó entonces a llamar, uno por uno, a los deudores de su amo.
Al primero le preguntó:
«¿Cuánto debes a mi amo?».
Le contestó:
«Cien barriles de aceite».
El administrador le dijo:
«Pues mira, toma tus recibos y apunta solo cincuenta».
Al siguiente le preguntó:
«¿Tú cuánto le debes?».
Le contestó:
«Cien sacos de trigo».
Le dijo el administrador:

«Pues mira, toma tus recibos y apunta solo ochenta».
Y el amo elogió la astucia de aquel administrador corrupto porque, en efecto, los que pertenecen a este mundo son más sagaces en sus negocios que los que pertenecen a la luz.

 


Reflexión:

Jesús no alaba la actitud fraudulenta del servidor, ni su opción concre ta para hacerse amigos, sino la capacidad para gestionar el momento difícil en que se encuentra. Y nos invita a ser “astutos”, prudentes ysencillos (Mt 10,16). Nos quiere imaginativos y audaces, porque hemos de competir en un mundo difícil. El discípulo de Jesús debe saber vivir, consciente de que en el mundo tendrá dificultades (Jn 16,33). Se necesitan “reflejos” para reaccionar con lucidez. Y Jesús es esa LUZ. Advierte y exhorta a los hijos de la luz de la necesidad de saber interpretar el presente según los criterios de su Luz; a transformar las realidades negativas en positivas. La conclusión es clara: no hay que sentarse a lamentar los problemas; hay que buscar soluciones. Y Jesús es la solución: “Aprended de mí”.
 


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