Martes Tiempo de Navidad 2ª de Salterio

San Raimundo de Peñafort

Primera lectura: 1 Jn 3,22-4,6;

Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio. Queridos míos: no os fieis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error.


Salmo: Sal 2,7-8.10-12a;

R/. Te daré en herencia las naciones.
Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra.» R/.
Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando. R/.Aprended la enseñanza, no sea que se irrite y vayáis a la ruina,porque se inflama de pronto su ira. ¡Dichosos los que se refugian en él!. R/


Evangelio: Mt 4,12-17.23-25.

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». 

 Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó. Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.


Reflexión:

Apresado Juan Bautista, Jesús se retira a Galilea, a Cafarnaún, y en esa opción ve el evangelista el cumplimiento de la profecía de Is 8,23-9,1. La luz que ayer veíamos brillar en Belén para los Magos, hoy comienza su andadura histórica. Desde allí comenzará a expandirse con una llamada a la conversión, curando las dolencias del pueblo e iluminando a “los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte” (Lc 1,79). Cristo es esa luz, que se traduce en un mensaje de conversión y en una acción renovadora de la humanidad. El Evangelio es bienhechor. Y la evangelización también ha de serlo. Jesús irrumpe “despertando” y poniendo en movimiento a muchos que estaban aletargados y postrados suscitando en ellos la esperanza. Él es la Luz, ¡caminemos a su luz!


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