José Miguel Goldaraz, misionero Capuchino en Ecuador
Ha muerto Jose Miguel Goldaraz, Achakaspi, fraile capuchino, natural de Navarra, en la ciudad de Guayaquil, Ecuador. Jose Miguel ha sido una de las figuras emblemáticas de la Misión Capuchina en Aguarico, en la amazonia ecuatoriana. Su compromiso cristiano y social para con los indígenas desbordó cualquier vida de entrega que pueda ser contada. Descansa en paz Jose Miguel y permitidme que lo cuente abriendo un poquito mi corazón.
Bastaba un fugaz encuentro con él para sentirse marcado por su carisma. Pocas personas dejan esas huellas imborrables de quién es sencillo y a su vez genio y figura al mismo tiempo. Jose Miguel Goldaraz ha sido y es una dicha para mucha gente, para el conjunto de los Capuchinos pero sobre todo para el pueblo ecuatoriano y los pueblos indígenas amazónicos. Su corazón, navarro, tozudo, terco y sensible, frágil y decidido al mismo tiempo, perteneció a los pueblos kichwa y waorani con quienes convivió, a quienes acompañó, comprendió como nadie y defendió con uñas y dientes.
Guardo como un tesoro cada consejo que me dio, incluso los malos, atesoro con agradecimiento sus muestras de cariño y también los enfados que le provocó la burocratización de la ayuda. “¡No habéis entendido nada de la doctrina social!” -decía. “Se dice Ver, Juzgar, Actuar y vosotros escucháis Ver, Ver, Ver, Juzgar, Juzgar, Juzgar y solo un poquito de Actuar”. “Jesús era otra cosa, era ponerse las botas y tomar el machete para abrir camino, ¡concho!”.
Fue tierno y paciente con los empobrecidos y vehemente con los enriquecidos; y pocos hay que lleven el compromiso cristiano con tanta honestidad, comprendiendo la inculturación y haciendo del Reino algo a construir desde un enfoque de derechos en el mundo actual.
Él guió nuestras demandas quijotescas a las compañías petroleras, orientó maneras de entrar a las comunidades y logró que nos hiciéramos comprender con planes tan peregrinos como el turismo comunitario, la educación intercultural, la comercialización naviera o la diligencia debida. Él dio sentido, en conjunto con aquellos misioneros de Aguarico, al significado de lo que yo entiendo por servicio, por vocación, por evangelio, por solidaridad.
Tantas veces me contó aquella historia que le llenaba de lágrimas cuando tuvo que ir a sacar las lanzas del cuerpo de su hermano Alejandro (“de la txapela que allí quedó habrán enraizado ya nuevos bejucos Jose Miguel…”). Y tantas veces recordaré yo que tuve el gusto de despedirme de Ecuador una última semana junto a él, en su amado Rocafuerte, disfrutando de aquel paseo por el Yasuní, compartiendo oración y paseos, recibiendo su bendición para la vida que Sol y yo decidíamos emprender, para Adriana…
Gracias Jose Miguel, ahora navegas a la tierra sin males, Mushuk Pacha.
Xabier Parra, director de SERCADE (SERvicio CApuchino para el DEsarrollo)